Actúa siempre de la misma forma; espera a que anochezca y, cuando me vence el sueño, se mete en mi cama, intentando seducirme, al principio con timidez. Me susurra al oído, me cuenta historias, acaricia mi ego y hace de mi descanso agitación. Cuando consigue desvelarme, desaparece.
Parece excitante, pero las ojeras que arrastro suplican que no la escuche, aunque sé que nunca podré resistirme a una idea que me invita a levantarme.
http://blogdesdemiluna.blogspot.com/
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