Que el bullicio del bar sea el único ronroneo de tu vida,
que nadie se atreva a decir que no lo diste todo,
que los pósters apolillados en los gimnasios conserven
un día más tu sonrisa,
que todas las mañanas sean la de la victoria sobre Kid Tano,
que todas las noches, 1800 noches –tú me entiendes–
traigan la respuesta temblorosa que te dejaron los golpes.
Juan Luis Saldaña y Octavio Gómez Milián, de Perico Fernández que estás en los cielos (Libros del(a)Imperdible, 2011).
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