sábado, 15 de enero de 2011

VISCERALES según Mario Crespo (y 2).


Golo ha muerto (1994-2009)
Manuel Vilas nos deleita con un texto pasional y tierno que le escribió a su perro, Golo, tras fallecer éste en 2009. Vilas mezcla dos géneros en esta suerte de elegía: comienza escribiendo en prosa y termina en verso, haciendo una alusión espiritual que parece no caber en el tono del texto, pero que, gracias a la maestría del autor, encaja con todas las cosas, con lo celestial y lo mundano. Dicho esto, me gustaría destacar una de las frases del texto por ser tan genial como rotunda: "Era el mejor de los hombres".

Derrotas
Jorge Espina nos trae desde Baleares un relato que contiene la brisa del Mediterráneo y esa extraña mezcla de razas, nacionalidades, idiomas y culturas que hay en Mallorca. El protagonista es un empleado de un hotel que está hasta los cojones de los guiris y su elitismo. Pero entabla una relación especial con un cliente inglés que le hace recuperar su humanidad. Aunque, al final, vemos que no todo es como parece. "Derrotas" se estructura en torno a una excelente paralelismo con la Guerra Civil que el autor es capaz de establecer con precisión.

Parque grande
En el relato de Brenda Ascoz se atisba un impulso suicida. Con ternura, sensibilidad y una prosa que, no sé por qué, me recuerda a la mía propia, Brenda, con deliberada ingenuidad naïf, se lamenta porque el mundo que conoce le duele; le duele tanto que, por momentos, desearía no haber nacido para no tener que pensar en morirse.

Casadas con Hollywood
David Refoyo nos narra la historia de una broma pesada. Y no me refiero a la que le gastan los protagonistas del relato a su víctima, sino a la crítica que el autor hace de la frivolidad de la televisión del capitalismo. "¿Quién vive ahí?", "Casas de ricos" y otros títulos de programas similares son un ultraje a la ética. Los programas, a diferencia de Refoyo, no nos muestran el retrato objetivo de estas élites, sino el edulcorado punto de vista con el que pretenden que sintamos envidia. No me extraña que los reporteros que protagonizan el cuento terminen por hacer lo que hacen…

Derrota
Sáfrika nos trae uno de los pocos poemas de la antología. Es un poema donde, en algunas partes, los versos se transforman en oraciones. Una de las cosas más curiosas de "Viscerales" es que, en ese ejercicio de vaciamiento que buscamos los antólogos, se atisban las preocupaciones e inquietudes de cada uno. El tema de las relaciones de pareja es uno de los más recurrentes, sino el más. Sáfrika es otra prueba de ello. Si manipulara este poema y pusiese que su autor es otro, un hombre, el lector se daría cuenta rápidamente que algo falla. Sáfrika posee la sensibilidad femenina que ya hemos visto en autoras precedentes. Es tierna, dulce y ama. Ama por encima de todas las cosas. Incondicionalmente y, sobre todo, ama sin reaccionar. Como nos dice Brenda Ascoz en su relato: "mientras tanto, yo sigo aquí, esperando sin esperar. A ver qué sucede".

Cierto olor a mierda
Iñaki Echarte es otro de los autores que nos muestra que el ser humano, llevado al límite, no siente nada especial ni al morir ni al matar. Se trataba de ser viscerales, ¿no? En este libro hay mucha acción-reacción. Son situaciones de la vida. A veces pensamos que todo se reduce a vivir o morir. Y entonces tenemos que elegir… El relato de Iñaki es uno de los que más me gustó desde el principio. La historia me atrae y el autor es capaz de hacer sentir al lector lo que pretende. Asco y repugnancia. Otra forma de empatía. En "Cierto olor a mierda", un escritor principiante mantiene una extraña relación con eminente novelista. Y juntos, el novelista se convertirá en mito...

La sangre
Para mí, el relato de Alejandra Zina es uno de los más enigmáticos de este libro. Se trata de una historia de mujeres, de hermanas, una historia de recuerdos de adolescencia que dice mucho más de lo que un lector no avezado pueda entender. El relato de Alejandra le pone a este libro un punto, si cabe, más elevado, un punto de inteligencia que obliga a leer entre líneas y a ver que lo que sale del interior de nuestros cuerpos, no son sólo vísceras, sino también… letras.

Llorando mercurio
Esteban Gutiérrez Gómez, además de abogado, es profesor de creación literaria. Una vez leyó una texto que le pasé y me dijo que le había gustado mucho, pero que para narrar un drama así hubiese sido mejor emplear un monólogo interior. Lo que hace Esteban en este texto es dar una clase maestra de monólogo interior. Habla con su Blanquito con una prosa que a mí, personalmente, me recuerda al Beckett de la trilogía. El centro y la entidad de algo que no necesita del cuerpo para existir. El relato de Esteban, además, tiene una particularidad: bajo una apariencia cerebral se esconde uno de los ejercicios literarios más honestos del libro.

París
Si hablo de David González es posible que no sea objetivo. Casi todo o todo lo que he leído de él me ha gustado. Este texto no podía ser menos. David, por momentos, roza la más alta excelencia poética con frases tan literarias como: "Y un cinturón marrón cuya hebilla está corriendo, a punto ya de llegar a la última base". ¡Guau! ¡Brutal! "París" es un relato pesimista en el que el autor, explícita e implícitamente, establece un paralelismo entre su vida y la de su idolatrado Amedeo Modigliani. La palabra sajona loser, título de uno de los libros del poeta, sin llegar a aparecer en el texto, está constantemente presente. El poeta se sentía invisible cuando escribió su texto. Expresa lo que siente sin adornos ni rodeos, recurriendo a esa no-ficción en la que tanto cree. Es sincero y va de frente. Una vez más, se vacía escribiendo.

Porque okupé Londres
Conocía a Ana Cañamares por su faceta poética, pero desconocía la prosística. Y, la verdad, me he llevado una grata sorpresa. Ana nos sumerge en su juventud en Londres. ¿Quién no ha estado en Londres en su juventud? En Inglaterra la ocupación está permitida. No es necesario pagar tasas de vivienda, si uno no quiere. Ana fue a Londres y pretendió integrarse: vivir como los ingleses, beber como los ingleses. Y de esa experiencia nace este relato en el que, en sus propias palabras, nos cuenta, con el impulso propio de unas tripas que rechazan una comida en mal estado, una aventura que vivió y que para ella fue la consumación de la imitación; la imitación de un tipo de vida para la que no había sido educada ni estaba formada.

All my friends were vampires
Tuve por primera vez referencias de Javier Esteban cuando mi compañero Barrueco me pidió que fuera a un tienda friki de Alcorcón para comprarle elúltimo libro de Javier, "El principio antrópico". La tienda estaba cerrada y me quedé sin poder leerlo. Al relacionar a Javier con la tienda friki, por pura y estúpida asociación de ideas, pensé que su literatura era otra, más cercana al género fantástico, si se quiere. Pero nada más lejos de la realidad. Al recibir su relato "All my friends were vampires", descubrí a un escritor particularísimo. Un autor que, manejando con oficio el lenguaje y la sintaxis, es capaz de mezclar en un mismo texto elementos de lo más diverso, como la religión y Belén Esteban.

Bajarse de la nube
Estelle Talavera hace una crítica al aburguesamiento literario (derivado, por supuesto, del aburguesamiento/aborregamiento social) con una sutileza que poca gente tiene el privilegio de tener. Puño de hierro en guante de seda. Es fina pero apunta a matar. Y se queda a gusto, la frase final del texto, "he dicho", así lo atestigua. Tomando como referencia a Félix Francisco Casanova, Estelle, en pocas palabras, establece una analogía entre el antes y el ahora, entre la lucha y el sofá con Digital +. Delicioso estoconazo el tuyo, Estelle.

Burofax
Quizá después de Roberto Bolaño, el autor visceral por excelencia sea Alfonso Xen Rabanal. Ambos han sido autores desconocidos para el gran público. Alfonso lo sigue siendo y Roberto dejó de serlo ya en el final de sus días. Rabanal no se anda por las ramas. Parece que ni siquiera corrige, aunque puedo certificar que lo hace. Él ha inventado la Cámara de Niebla, incluso la niebla en sí misma, ese estado onírico y resacoso en el que el autor se pierde deliberadamente esperando encontrarse a sí mismo en un lugar más íntimo que el que la sociedad del bienestar le ha otorgado. "Burofax", dedicado al gran pintor y artista del renacimiento Jens Peter Jensen, es un monólogo en el que la voz parece dirigirse a alguien impersonal: un estado, un sistema, una forma de vida; mostrándole su renuncia al borreguismo, haciendo gala de una anarquía encomiable, puesto que se pasa el sistema por el forro, incluso permitiéndose el lujo de vivir al margen ("porque soy escritor, sí, eso que no da rédito ninguno pero me exime de vasallajes"). Rabanal nos cuenta todo esto mediante una prosa que en su retórica no se olvida de las cartas y el azar. ¿Qué mejor metáfora?

Trueque a la puerta de casa
El texto de Inma Luna, en esencia, me recuerda mucho al de David González. Ambos tienen una edad similar y se plantean cosas parecidas, aunque, al mirar hacia atrás, cada uno vea una cosa. La muerte de Saramago, el adiós, el olvido, el legado de sus libros anchos de lomo, le sirven a Inma para hacer desarrollar su preocupación nihilista y llevarla hasta sus últimas consecuencias. Inma se muestra tan vehemente consigo misma como valiente respecto al mundo. Dice así: "A lo mejor ya pronto puedo sacar los cuernos al sol y colocarme en la casilla de salida". Eso es: un trueque a la puerta de casa.

Los días normales
Karmelo C. Iribarren fue una de las últimas incorporaciones. Sobran presentaciones, es uno de los grandes y ambos antólogos queríamos contar con él. Pero en la idea inicial no admitíamos poesía. Finalmente, entraron varios poemas, no sólo el de Karmelo. "Los días normales" es un poema tan breve como contundente. Un estilete afilado que entra y sale del cuerpo a la misma velocidad. Como una herida limpia que no causa destrozos. Pero al bajar el cursor y ver la página en blanco, el veneno hace su efecto y la herida duele como duelen esos días en los que no pasa nada: los días normales.

La fotografía
De Javi Das había leído uno de sus poemarios. Es un tema monográfico sobre la enfermedad y muerte de su padre. Es un libro durísimo que cuesta leer del tirón porque es difícil sortear los sentimientos sin que nos afecten, aunque no sean nuestros. Empatía, se llama empatía. "La fotografía", el relato que ha escrito para "Viscerales", es como uno de esos poemas llevados a la prosa y desarrollados en su parte más descriptiva. Javi nos hace sufrir casi tanto como él sufrió, se desahoga, nos lo cuenta y, lo más importante, nos emociona. Un ejercicio magnífico de sinceridad ante el papel.

Alta tensión (una catarsis)
Lo que ha hecho Vicente Muñoz Álvarez para esta antología, como el propio título indica, es una catarsis. Vicente no se ha vaciado para criticar, lamentarse o cambiar las cosas, lo ha hecho para limpiarse por dentro, para purificarse. Como dice su amigo y paisano, Alfonso Xen Rabanal, ser escritor, siempre que se esté fuera de la industria, exime de vasallajes. Los que escribimos tenemos la suerte de poder usar esta arma para desahogarnos, para pasar un trauma, incluso para vivir con mayor intensidad sin salir de siquiera de la habitación (este libro está lleno de textos que buscan seguir deliberadamente esta filosofía de la escritura). Y con ese afán, Vicente Muñoz Álvarez nos narra una relación de pareja que se debilitaba y que acabó somatizándose hasta el punto de desembocar en una enfermedad física que se confundía con la psicológica. Este texto es uno de los que más me impactaron. ¡Chapó, Vicente!

Madrilian
Marta Fernández La Bohe, no deja indiferente a nadie. Cuando la leímos por primera vez en las insondables páginas de la red de redes, nos cautivó su destreza técnica y su humor ácido y afilado. En "Madrilian", su relato (o su cuento, porque al final aplica esa compensación divina que podemos resumir en el refrán castellano "arrieros somos y en el camino nos encontraremos"), la junta directiva de unos importantes grandes almacenes decide tratar en una reunión uno de los problemas más acuciantes de la empresa: la presencia de un negro en su puerta. Un negro que pide limosna y "molesta" al personal. Los altos mandos deciden que hay que encargarse de él. Repaso mordaz a la falta de humanidad que existe en las altas esferas empresariales, "Madrilian" es uno de los textos más certeros del libro. ¡Brutal!

Barrizal
Kutxi Romero me parece un gran escritor. Pero él, deliberadamente, juega a ser un escritor no-erudito, un tío de la calle que, sencillamente, tiene cosas que contar. Y las cuenta. La grandeza de este libro, a mi entender, reside en que en él pueden convivir escritores de todo tipo y todo estilo. Eruditos o no, todos pueden ser viscerales. Porque todos, de una manera u otra, comenzamos a escribir para contar algo que nos desahogara. Luego viene la técnica y el oficio, la pérdida de frescura, lo políticamente correcto y demás circunstancias. Pero la esencia está ahí, y todos la tenemos, y es lo que hemos pretendido recuperar y compilar en esta obra. En "Barrizal", Kutxi nos cuenta una historia de gitanicos y chabolas, de gente marginada con la que el protagonista se mezcla con la certece de que él no pertenece a ese mundo, aunque conozca bien sus lindes.

Los bastardos, la internet y la puta que los parió a todos
Montero Glez nos ha cedido un post de su blog. En él reflexiona sobre la revolución de Internet, una de las más importantes de la historia. Como siempre en Montero, el lenguaje es puro y deja una esencia que me atrevería a llamar quejío. En él hay alma, hay sangre, hay duende. Montero da su opinión sin rodeos ni tapujos, no le importan las modas ni le interesan las etiquetas. Se ríe sin pudor de los intelectuales y de los académicos y reivindica una literatura de la gente sencilla, sin iluminados al mando. Sin llegar a estar del todo de acuerdo con él (aunque sí bastante) admiro su valentía y su personalidad. Montero no es un escritor visceral, es una persona visceral. Y tenía que estar en este libro.
 
 
Mario Crespo, del blog El viento que agita la cebada.

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