Tras la muerte de Charles Bukowski y Frank Zappa es indudable que el outsider más auténtico es Harvey Pekar. Inspirado por lo beat, más por lo outsider de la biografía que por la obra, Pekar y colaboradores trazan una serie de cómic biopics. Un experimento no nuevo, pero tampoco común.
A más de cincuenta años de la publicación de sus obras señeras, la Generación Beat aún despierta entusiasmo. Harvey Pekar (mito del undergound, leyenda viviente) y Paul Buhle lanzan The Beats: A graphic history (Hill & Wang, 2009), un compendio sobre el movimiento precursor de la contracultura.
Bajo el lema “La vida ordinaria es bastante compleja”, Harvey Pekar debutó como guionista de cómic con Esplendor americano. Incapaz de dibujar siquiera una uva, contó con ilustraciones de primerísima línea: la mano chaquetera de Robert Crumb dio vida a sus primeros engendros. A diferencia de la historieta de superhéroes, el tema de Pekar era su autobiografía. Su manera de presumirse era: “Directo de las calles de Cleveland, Esplendor americano”, en franca alusión al contenido cotidiano de sus historias.
La estética de su trabajo, próxima al realismo sucio, lo identifica con escritores que se han dedicado con ahínco a desprestigiar el american way of life. Por su afición al jazz, su adicción al género le permitió mal vivir como reseñista durante algún tiempo, guarda una estrecha correspondencia con los escritores jazzeros por antonomasia: los miembros de la Generación Beat.
Tras la muerte de Charles Bukowski y Frank Zappa es indudable que el outsider más auténtico es Harvey Pekar. Inspirado por lo beat, más por lo outsider de la biografía que por la obra, Pekar y colaboradores trazan una serie de cómic biopics. Un experimento no nuevo, pero tampoco común. Explotado primordialmente por el cine, el biopic ha tenido poca resonancia en la historieta. El mismo Esplendor americano es una referencia, la diferencia radica en que la biografía de Pekar se escribe día a día y la del biopic establecido es una historia contemporizada.
La primera parte de The Beats: A graphic history es lapidaria respecto a la prehistoria del movimiento: la Generación Beat fue conformada por sólo tres miembros, Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs, teoría respaldada por estudiosos del tema como Barry Gifford. Sin embargo, la perspectiva histórica le ha concedido a Neal Cassady un lugar insoslayable dentro de la mitología beat primigenia. En este apartado se retrata la vida de Jack, Allen y Bill. Coautoría de Pekar y Ed Piskor, guión e ilustraciones
respectivamente.
Aunque no se arrojen datos reveladores sobre el movimiento, el mérito testimonial del documento es invaluable. La novela gráfica, todavía considerada un arte menor, ha conseguido situarse como uno de los vehículos preponderantes para documentar la historia. Pese a que su impacto no ha conseguido trascender una minoría o si se quiere un público especializado, es interesante el hambre de la novela gráfica por presentar su versión de los hechos.
En lo que respecta a la exclusión de Neal Cassady, la historia continúa siendo injusta con su figura. Quizá el argumento contra su no pertenencia sea que fue autor de un solo libro. Más allá de la importancia literaria del Primer tercio, Cassady merecía un biopic dentro del libro.
Existe un resentimiento inconsciente en contra de Neal. Sus coqueteos con el jipismo, su adhesión a Ken Kesey y sus correrías con Bukowski huelen a traición para ciertos adoradores del espíritu beat. Imposible de contener, Cassady abandonó a Kerouac, sin importar lo famoso que fuera. Fue la primera deserción tácita del grupo, después vendría la de Ginsberg, que abducido por su fascinación por Bob Dylan y el Flowe power, se alejaría ideológicamente de Kerouac. Burroughs jamás aceptó formalmente ser un beat, por lo que el distanciamiento era improbable.
Con base en lo anterior, existe una impronta que todas las historias beat han ignorado, cuando el movimiento gana celebridad se produce una polarización del mismo, más allá de la anatema política. Jack y Neal por un lado, Allen y Bill, por el otro. Ninguno tan afín a Jack, el rey de los beats, como Cassady. La traición sufrida por Jack en presentida no existe, Neal fue el único fiel al sentimiento de autodestrucción que siempre alimentó a Kerouac. Al renunciar a un deceso trágico, Allen y Bill traicionaron el final de fotografía que supusieron las muertes de Jack y Neal.
Sensacionalismo beat
La segunda parte del libro se centra en personalidades correspondientes a la segunda etapa del movimiento beat: lo beatnik, y en la revisión de algunos poetas anteriores a lo beat, como Charles Olson. Después de los capítulos dedicados al renacimiento poético de San Francisco, McClure, Whalen, Rexroth, Duncan, Ferlinghetti, Corso, LeRoi Jones y Robert Creeley, a cargo de la dupla Pekar-Piskor, empiezan las colaboraciones. Paul Buhle (guión) y Nancy J. Reters (ilustración) repasan la mítica librería City Lights. Patchen, Lamantia, Gary Snyder, Diani di Prima, las mujeres beats (con guión de Joyce Brabner, esposa de Pekar) y el jazz y la poesía, son narrados e ilustrados por diversos autores, entre los que destaca Peter Kuper, habitual de la revista Mad.
Un aspecto que destaca entre la selección del editor Paul Buhle es la cantidad inusitada de poetas que conforman esta novela gráfica. Sólo Kerouac, Burroughs y Ferlinghetti son narradores. Lo que da pie a una segunda lectura de la obra, no sólo pretende condesar aspectos de la Generación Beat, sino que encierra una parte importante de la historia de la poesía moderna norteamericana.
Como toda biografía acerca del movimiento, The Beats: A graphic novel presenta fisuras. Su esfuerzo es notable, pero denota que lo beat aún busca a su biógrafo definitivo. Ni Gerald Nicosia, Barry Gifford, James Campbell, Dennis McNally o Jorge García-Robles han podido consolidar un relato equilibrado sobre la mencionada generación. Mientras tanto, la literatura beat sigue editándose. Libros inéditos continúan apareciendo, a la espera de ese biógrafo que le otorgue coherencia al movimiento, no simple cronología, con la esperanza, tal vez, de que si no lo encuentra, se baste a sí misma para biografiarse.
Carlos Velázquez en MILENIO ONLINE
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