Lunes 13 de Julio de 1998
Estoy junto a la fábrica vieja cuando los veo llegar por la alameda. Son unos cuantos y los hay de todas las edades. ¡Por Dios, si hay hasta niños! Son un grupo de vecinos del barrio que vienen para obligarme a abandonar mi puesto de trabajo. Me dicen que lo que yo hago es indecente. ¿Indecente? Que se lo pregunten a ese señor tan serio que viene con ustedes, que el martes pasado quiso follarme sin condón. Pero claro, yo no digo nada. Una, sobre todo, es una profesional y no va por ahí pregonando los vicios de los clientes. Me dicen que los niños no tienen por qué ver este lamentable espectáculo. Como si los niños fueran idiotas y no supieran de qué va la cosa. Pero claro, es muy cómodo escudarse en unos niños para cargar contra todas nosotras, que lo único que hacemos es nuestro trabajo. Nosotras no obligamos a nadie. Ofrecemos un servicio. El que quiere lo toma y el que no, pues eso. Yo no lo hago por gusto. Una tiene que comer, igual que todo el mundo, y para comer hay que trabajar. Qué más quisiera yo que tener un empleo en una oficina. Que sepan que yo tengo estudios, pero por circunstancias de la vida aquí me tienen. Tirando para adelante como buenamente puedo.
Mis palabras no sirven para nada. Vienen con ganas de sangre, se les ve, y nada les hará cambiar sus intenciones. Alguien me lanza una piedra. Gracias a Dios, que la veo venir por el rabillo del ojo y puedo apartarme a tiempo. No espero a que me tiren una segunda piedra. Salgo corriendo hacia la carretera del polígono industrial y aunque llevo unos tacones del quince vuelo como una gacela. He escapado de milagro.
La verdad, no sé donde coño quieren que nos vayamos a hacer nuestro trabajo ¿al puto desierto? Antes trabajábamos junto a la plaza del ayuntamiento. Nos echaron de allí porque dicen que dábamos mala imagen al casco antiguo de la ciudad. Nos trasladamos junto al campo de futbol, que está casi en las afueras. Nos echaron. Nos fuimos al parque que está en la orilla del río, es decir, al culo del mundo. Pues también nos echaron. Ahora estamos aquí, cerca del polígono industrial y también quieren echarnos. La verdad, no sé dónde coño quieren que nos vayamos.
Miércoles 15 de Julio de 1998
Ayer no me atreví a ir al polígono. Pensé que lo mejor era dejar que las cosas se enfriaran un poco. Estuve toda la tarde caminando por la ciudad, buscando un sitio para trabajar sin que un grupo de vecinos me quieran echar. He encontrado una plazuela junto al hospital viejo. Cerca hay cuatro o cinco tabernas donde van albañiles y emigrantes. El sitio me ha parecido bien. Sólo tiene una cosa mala: unas calles más allá está la comisaría de policía. Eso puede ser un problema, o no. Ya veremos.
Hoy regreso al polígono. Llego cagada de miedo, esperando encontrarme con los vecinos. Pero no, todo estaba tranquilo. Demasiado tranquilo. Paso cinco horas rondando por ahí. No se me acerca nadie. Todos están pendientes de lo que pasa y los clientes no dan la cara. Otro día sin producir. Empiezo a agobiarme. Tengo deudas que pagar.
Viernes 17 de Julio de 1998
Hago la ronda por primera vez en la plazuela del hospital viejo. En menos de seis horas consigo siete clientes. Esto marcha.
Sábado 18 de Julio de 1998
No, esto no marcha, ni de coña marcha. Resulta que estoy dando una vuelta por la plazuela del hospital viejo cuando me vienen dos maderos con cara de pocos amigos. No los veo llegar. Me preguntan qué estoy haciendo aquí. ¡No te jode! Como si no tuviera derecho a estar donde a mí me dé la gana. Me piden la documentación. Se la doy. Uno de ellos se va con mi DNI al coche patrulla para informarse en la centralita. Sé que estoy perdida.
Paso el resto de la noche en los calabozos. Me consuelo pensando que yo al menos tengo papeles y documentación. Con un poco de suerte mañana estaré en la calle. Si esto le hubiese pasado a mi amiga Yamila, a estas horas, la pobre, estaría en un avión de regreso a su país.
Lunes 20 de Julio de 1998
Otra vez en el polígono industrial.
A media tarde veo a un grupo de gente cruzando la carretera. Se me ponen los pelos como escarpias pensando que son los vecinos que vienen a por mí. Pero no, sólo eran unos trabajadores que salían de la fábrica. Estoy de los nervios con toda esta movida.
Martes 21 de Julio de 1998
Estoy en el polígono, junto a la fábrica vieja. A media tarde, cuatro chavales se acercan hasta donde estoy. El mayor no tiene ni trece años. Por la manera que tienen de acercarse me huelo que no traen buenas intenciones. Les pregunto qué es lo que quieren. Responden con evasivas. Les digo que se larguen y que me dejen trabajar. En un principio parece que obedecen, pero uno de ellos se gira y me llama puta. Los demás se animan y también empiezan a insultarme. Les amenazo con mi spray de pimienta, pero un botecito tan ridículo no parece impresionarles. Me lanzan piedras. Una me da en el muslo dejándome un buen cardenal. Me escondo detrás de un árbol, pero siguen lloviéndome piedras. Para defenderme les devuelvo algunas. Con la mala suerte de que con una de ellas le doy en la cabeza al más pequeño y le hago una brecha. El chaval, a la que ve que está sangrando se pone a berrear y corre de vuelta a su barrio seguido de los otros. No culpo a los chavales, ellos sólo imitan lo que ven de sus mayores.
Me huelo problemas y decido marcharme.
Por la noche pongo la tele ¿y te puedes creer qué es lo primero que veo? El polígono industrial donde yo trabajo. Me quedo pasmada con las imágenes. El locutor dice que los vecinos no aguantan más y que se han echado a la calle para protestar por la prostitución que hay por los alrededores. El reportero dice que algunos vecinos han agredido a las prostitutas. Dice que las prostitutas han atacado a un niño hiriéndole en la cabeza. Sabía yo que esa pedrada iba a traer problemas. No puedo seguir mirando la pantalla y apago la tele. Yo lo único que hice fue defenderme. Es más, tengo el muslo totalmente morado y casi no puedo apoyar la pierna de la pedrada que me dieron. Las cosas se han puesto muy feas. Intuyo que no voy a poner los pies por el polígono en mucho, mucho tiempo.
Miércoles 22 de Julio de 1998
No he podido dormir pensando en las noticias de la tele. Me levanto con un dolor de cabeza tremendo. Además está a punto de bajarme la regla y empiezan a joderme los ovarios. También me duele la pedrada del muslo. Por cierto, el morado del cardenal ha dado paso a unos tonos amarillos y verdosos muy poco atractivos.
Está claro que hoy no voy a trabajar. ¿Dónde lo iba a hacer?
Domingo 26 de Julio de 1998
He recibido carta de mi amiga Concha diciéndome que en el club donde trabaja (Club Chanway) necesitan chicas nuevas. Me lo tengo que pensar, pero viendo como están las cosas por aquí, la verdad es que no tengo mucho donde elegir.
Lunes 27 de Julio de 1998
Escribo a Concha diciéndole que acepto su oferta y que el lunes saldré para allá.
Dios mío, mi vida está llena de malas decisiones, que ésta no sea una de ellas…
1 comentario:
UN PLACER PISAR VUESTRA CASA.
ABRAZO
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