La ópera prima de Quentin Tarantino, Reservoir Dogs (1992), no pudo ser más prometedora: un thriller ultraviolento y bronco, poderoso y cautivador, que le catapultó por méritos propios a la categoría de director de culto.
Diálogos, guión, interpretaciones (impresionantes Harvey Keitel y el resto de la plantilla), banda sonora, puesta en escena y fotografía, ritmo y montaje, todo funciona en Reservoir Dogs como una bomba de relojería que estalla en un sangriento y apabullante final (muy al estilo de Peckinpah).
Un film, sin duda alguna, memorable y grandioso, que destila genio por los cuatro costados (cosa que, a mi juicio, no puede decirse de otras películas del director) y reinventa con elegancia y frescura el cine de acción.
Reservoir Dogs in You Tube
2 comentarios:
Lo mejor con mucha diferencia.
Es la que más me gusta de Tarantino, quizá por la nostalgia de "la primera vez". Los diálogos, el montaje y la música son la bomba. Una de esas pelis que nadie debería perderse.
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