Salgo a la calle. Dudo hacia cuál lado
dirigirme. Da igual un sitio que otro.
Todas las direcciones se bifurcan
en incomodidad o aburrimiento.
De la alta oscuridad baja la lluvia
tropezando en las ráfagas del aire
y se agarra al cabello, manos, traje...
Es bueno caminar en la llovizna.
Es bueno andar despacio bajo el agua.
Sin rumbo uno asimismo, lluvia y viento,
como agua y soplo, nada, por la calle.
****
Dejo correr la sangre de las manos.
Acostado en la cama la examino.
Las sábanas la sorben dulcemente
con la quieta avidez de su blancura.
Brota incesantemente. A borbotones.
Tibia y curiosa asoma a mis muñecas
y escapa presurosa de mis manos.
Son manos de vencido. Ellas debían
coger la gloria, amor, coger dinero.
Un día las creí capaces de ello.
Pero nada aprehendieron. No eran hábiles.
O el empeño excedió su exigua fuerza.
Pobres manos humildes y vacías.
Tiemblan un poco. Tiemblan asustadas.
Asustadas y débiles parecen
pedir excusas porque son mediocres.
Les sonrío a mis manos. Las levanto
y las uno. Las siento desvalidas.
Y atisbo como repta sigiloso
ese zumo tan rojo de la vida.
De Destrucción de la mañana
En esta página es posible leer una amplia selección de poemas del genial escritor.
domingo, 12 de septiembre de 2010
DOS POEMAS DE JOSE MARÍA FONOLLOSA
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
gracias chicos por recuperarme a fonollosa, hacía tanto que no leía nada suyo
"Les sonrío a mis manos. Las levanto
y las uno"
me encantó!!
gracias por compartirlo
besos
Publicar un comentario