Yo creía que lo habíamos visto todo. Creía que nuestro mundo sería siempre nuestro. Hasta el último de los días. Que moriría con los que aquí quedamos. Me equivoqué. Olariz lejos de desaparecer, rejuvenecía. Los fines de semana llegaban desde la capital al campo. Les gusta nuestro paisaje. Dicen que esto es bonito. Les tira esto. Aunque el invierno no lo pasan aquí. Se van a esquiar a Jaca. En verano disfrutan mucho del sol y la paz. Así fue hasta lo de la plaga. Hasta que llegaron con aquellas historias. Viejas historias. Cosas que no se recordaban. Que ni tenían que haber sido removidas. Cuentos de viejas. Agua pasada que no mueve molino.
Fue hace dos años. Olariz salió en todas las televisiones y papeles. La aldea se llenó de periodistas. Preguntándolo todo y colándose en las casas. Sin respeto ninguno. Avasallando y llevándose todo por delante. Haciéndonos trizas los nervios. Enredándolo todo e inventando historias. Fue la peor cosa que pudo tocarnos. A nuestros años. Pensando ya en vivir lo que nos quedase con tranquilidad y en paz. Aquello fue la locura. Días que parecieron meses. Meses como losas de cementerio.
No digo que todo fuera falso. No digo que no hayamos hecho cosas malas. Lo que digo es que no se puede juzgar a todo un pueblo, por lo que hiciera uno sólo hace ya muchos años. Cuando las cosas eran de otra manera. Fue un infierno. En la peor época de la vida de las personas. Sobre una verdad, ciemo de mil mentiras. Vergüenza para la gente hacendosa y buena de Olariz.
Todo empezó el primer martes de Mayo del 2008. Eran las once de la mañana de un día que apuntaba cambio de viento y los primeros soles. Se oyeron voces por todo el pueblo. Gente que corría. Muchos nervios en las caras de la gente. Algo gordo estaba pasando. Algo que debiera haber pasado en algún otro lugar. Nunca en Olariz. Algo que ni la testa más retorcida hubiera imaginado jamás. Algo de lo que nadie se repuso.
Fue hace dos años. Olariz salió en todas las televisiones y papeles. La aldea se llenó de periodistas. Preguntándolo todo y colándose en las casas. Sin respeto ninguno. Avasallando y llevándose todo por delante. Haciéndonos trizas los nervios. Enredándolo todo e inventando historias. Fue la peor cosa que pudo tocarnos. A nuestros años. Pensando ya en vivir lo que nos quedase con tranquilidad y en paz. Aquello fue la locura. Días que parecieron meses. Meses como losas de cementerio.
No digo que todo fuera falso. No digo que no hayamos hecho cosas malas. Lo que digo es que no se puede juzgar a todo un pueblo, por lo que hiciera uno sólo hace ya muchos años. Cuando las cosas eran de otra manera. Fue un infierno. En la peor época de la vida de las personas. Sobre una verdad, ciemo de mil mentiras. Vergüenza para la gente hacendosa y buena de Olariz.
Todo empezó el primer martes de Mayo del 2008. Eran las once de la mañana de un día que apuntaba cambio de viento y los primeros soles. Se oyeron voces por todo el pueblo. Gente que corría. Muchos nervios en las caras de la gente. Algo gordo estaba pasando. Algo que debiera haber pasado en algún otro lugar. Nunca en Olariz. Algo que ni la testa más retorcida hubiera imaginado jamás. Algo de lo que nadie se repuso.
Josu Arteaga, de la novela inédita Historia Universal de los Hombres Gato.
Photo by Silvia D. Chica, del blog La Tierra Pura.
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