miércoles, 11 de noviembre de 2009

[El Martirio Del OficiNista] de David Benedicte


La nada

que recorre

entre alambradas

este negociado

como una
c
o
l
u
m
n
a
v
e
r
t
e
b
r
a
l
me intranquiliza


Las cosas van

con calma

hasta que llaman

insistentemente

al timbre.


¿Por qué vine

a trabajar

a este lugar?

¿No pude

encontrar

nada mejor?


Abro la puerta

y un enorme

saltamontes

brinca dentro

reclamando mi atención.


Un pájaro

de mal agüero

se cuela

por la ventana

y me examina

atentamente

desde un archivador.

Se respira

una paz

dulce y tranquila.


Ningún

jefe

a

la

vista.


De modo que

enciendo

la radio

y suena

la primera

trompeta

de mi particular

Apocalipsis.


Miles Davis

Kind of Blue

o sea, Una especie de tristeza.


Me

lo temía.

El ángel

caído

era negro

tanto como el carbón

y ya estuvo aquí antes

entre los oficinistas

leyéndonos

la mano

con el estrepitoso

runrún

de su trompeta.


Del poemario Biblia ilustrada para becarios.


2 comentarios:

Chulapunk dijo...

¿Y si convirtieras en real algo increíble?

http://www.youtube.com/watch?v=mWNukcSK060

Su reto:

http://www.youtube.com/watch?v=Tpk7BUqas-k&feature=related

¡Necesita tu ayuda! ¿Vas a dejar es capar ese concierto?

www.zarzuelapunk.es

Ana Pérez Cañamares dijo...

Echo de menos más oficinas en la poesía, porque yo padezco, vivo, me aburro, deliro y hasta río en una oficina desde hace veinte años.
Para oficinistas interesados en sentirse menos solos, recomiendo la serie The Office. Yo soy adicta.
Gracias por el poema.