viernes, 27 de junio de 2008

LA ESPERANZA, por Pepe Pereza.


Una habitación. Dos ancianos. El marido, postrado en la cama, se moría lentamente a causa de un cáncer de estomago. Hacía meses que apenas podía comer, tan sólo agua, papillas y suero. Sus dolores eran solidariamente compartidos por su mujer, que en todo momento se ocupaba de él. Ella hacía suyos aquellos retortijones mortales, con la paciencia que da el haber velado durante cientos de horas al ser querido, sabiendo que la mejor salida era una muerte rápida que los liberara a ambos. Ella era consciente de que cuando él muriese se quedaría sola en este mundo, sin otra cosa que hacer que esperar su hora. Esa noche estaba siendo larga y dura, más de lo normal. Su marido se retorcía en la cama, desesperado, con ascuas al rojo en el estómago. Los calmantes hacía tiempo que dejaron de hacerle efecto.

-No lo soporto más. ¿Cuándo va ha acabar este calvario?- Dijo el moribundo.
-Ten paciencia.
-¡Por favor, que me muera de una vez!
-Aguanta un poco más, de aquí a cuatro días estarás en el cielo.
-Me duele tanto.
-Aguanta, mi amor.
-¿Pero, por qué no me muero ya?
-Ya no te queda mucho, aguanta un poco más…

Le cogió de la mano e intentó transmitirle todo su amor, no podía hacer otra cosa. Él aguantó su dolor en silencio con un ápice de esperanza. Con un poco de suerte mañana estaría muerto.

Pepe Pereza, del libro inédito Amores Breves.

2 comentarios:

Edgar dijo...

Todas las muertes son terribles.

pepe pereza dijo...

hay vidas que lo son más