miércoles, 31 de octubre de 2007
EL DIABLO SE LLEVA A LOS MUERTOS
Un puñado de frases
- Uno sabe que es viejo cuando se sienta a preguntarse a dónde se ha ido todo.
- Las palabras no eran abstrusas sino cosas que hacían vibrar tu mente. Si las leías y permitías que su hechizo te embargara, podías vivir sin dolor, con esperanza, sin importarte lo que pudiera sucederte.
- Eso era todo lo que un hombre necesitaba: esperanza. Era la falta de esperanza lo que hundía a un hombre.
- Pero éste es el problema con un borracho: si se excita bebe demasiado, si se aburre bebe demasiado, si tiene buena suerte bebe demasiado, si tiene mala suerte bebe demasiado, etcétera.
- El hombre ha nacido para morir.¿Qué quiere decir eso? Perder el tiempo y esperar. Esperar el colectivo. Esperar un par de tetas alguna noche de agosto en un cuarto de hotel en Las Vegas. Esperar que canten los ratones. Esperar que a las serpientes le crezcan alas. Perder el tiempo.
- ¿Qué puede hacer un poeta sin dolor? Lo necesita tanto como a la maquina de escribir.
- Soy un yonqui de la poesía.
martes, 30 de octubre de 2007
lunes, 29 de octubre de 2007
07. EVA VAZ
- Eva Vaz (Huelva, 1972)
- Es autora de Ahora que los monos se comen a las palomas (2001), La otra mujer (2003), Leña (2004) y Metástasis (2006). Aparece en las antologías Carne picada, Poetas del extremo, La verdadera historia de los hombres o 21 de últimas, entre otras
- Más información en su nuevo blog, y en el de su marido, el poeta José Luis Piquero
domingo, 28 de octubre de 2007
Sean Penn versus Bukowski
Esta es la jugosa entrevista que hizo Sean Penn a Buk en 1987 para la revista Interview, cuando el actor estaba a punto de participar en la filmación de Barfly (Sean Penn era el favorito de Bukowski, pero finalmente el papel recaería en el inefable Mickey Rourke, al que todavía recordamos en calzonzillos de piel de leopardo en un pseudocombate de boxeo en el que se enfrentó a Poli Díaz, el "potro de Vallecas" ).
Pero al grano, ahí va la interview.
Charles Bukowski nació en Andernach, Alemania, en 1920. A los tres años de edad llegó a los Estados Unidos y creció en Los Angeles. Actualmente reside en San Pedro, California, con su esposa, Linda. Famoso borracho, peleador y mujeriego, Genet y Sartre lo llamaron “el mejor poeta de los Estados Unidos”, pero sus amigos lo llaman Hank.
Bares:“Ya no voy mucho a bares. Saqué eso de mi sistema. Ahora, cuando entro a un bar, siento náuseas. Estuve en demasiados, es apabullante. Son para cuando uno es más joven: todo eso de irse a las manos con un tipo, hacerse el macho, levantarse minas. A mi edad, ya no lo necesito. Hoy sólo entro a los bares para mear. A veces cruzo la puerta y empiezo a vomitar”.
El alcohol: “El alcohol es probablemente una de las mejores cosas que han llegado a esta tierra, además de mí. Entonces nos llevamos bien. Es destructivo para la mayoría de la gente, pero yo soy un caso aparte. Hago todo mi trabajo creativo cuando estoy intoxicado. Incluso me ha ayudado con las mujeres. Siempre fui reticente durante el sexo, y el alcohol me ha permitido ser más libre en la cama. Es una liberación porque básicamente yo soy una persona tímida e introvertida, y el alcohol me permite ser este héroe que atraviesa el espacio y el tiempo, haciendo un montón de cosas atrevidas... Entonces el alcohol me gusta, cómo no”.
Fumar: “Me gusta fumar. El cigarrillo y el alcohol se equilibran. Yo solía despertarme de una borrachera y había fumado tanto que mis dos manos estaban amarillas, casi marrones, como si tuviera puestos guantes. Y me preguntaba: ‘¡Mierda! ¿Cómo se verán mis pulmones?’”.
Pelear: “La mejor sensación es cuando golpeás a un tipo que no se supone que puedas golpear. Una vez me metí con un tipo, me estaba insultando. Le dije: ‘Bueno, adelante’. No tuve ningún problema, le gané la pelea fácilmente. Estaba tirado en el piso. Tenía la nariz ensangrentada. Me dijo: ‘Jesús, te movés siempre tan lentamente que pensé que serías fácil. Y cuando empezó la condenada pelea, ya no podía ver tus manos, te volviste tan rápido. ¿Qué pasó?’. Le dije: ‘No sé, hombre. Así son las cosas. Uno ahorra para cuando tiene que usarlo’”.
Los gatos: “Es bueno tener un montón de gatos alrededor. Si uno se siente mal, mira a los gatos y se siente mejor, porque ellos saben que las cosas son como son. No hay por qué entusiasmarse y ellos lo saben. Por eso son salvadores. Cuantos más gatos uno tenga, más tiempo vivirá. Si tenés cien gatos, vivirás diez veces más que si tenés diez. Algún día esto será descubierto: la gente tendrá mil gatos y vivirá para siempre. Realmente es ridículo”.
Las mujeres y el sexo: “Yo las llamo máquinas de quejarse. Las cosas con un tipo nunca están bien para ellas. Y cuando me tiran toda esa histeria... Tengo que salir, agarrar el auto e irme. A cualquier parte. Tomar una taza de café en algún lado. En cualquier lado. Cualquier cosa menos otra mujer. Supongo que están construidas de diferente manera, ¿no? Cuando la histeria empieza, se acaba todo. Uno se tiene que ir, ellas no entienden por qué. ‘¿Adónde vas?’, te gritan. ‘¡Me voy a la mierda, nena!’. Piensan que soy un misógino, pero no es verdad. Es puro boca a boca. Escuchan que Bukowski es ‘un cerdo macho chauvinista’, pero no chequean la fuente. Seguro, a veces pinto una mala imagen de las mujeres en mis cuentos, pero con los hombres hago lo mismo. Incluso yo salgo mal parado muchas veces. Si realmente pienso que algo es malo, digo que es malo, sea hombre, mujer, niño o perro. Las mujeres son tan quisquillosas, piensan que me las agarro con ellas en particular. Ése es su problema”.
La primera vez: “Mi primera vez fue la más rara. No sabía cómo hacerlo, y ella me enseñó a chuparle la concha y todas esas cosas de coger. Me acuerdo de que me decía: ‘Hank, sos un buen escritor, pero no sabés una mierda sobre las mujeres’. ‘¿Qué querés decir? Estuve con un montón de mujeres.’ ‘No, no sabés nada. Dejame enseñarte algunas cosas.’ Le dije que bueno y ella: ‘Sos buen estudiante, entendés rápido’. Eso fue todo. (Está un poco avergonzado. No por los detalles sino por el sentimentalismo del recuerdo.) Pero todo ese asunto de chupar conchas se puede poner un poco servil. Me gusta hacerlas gozar, pero... Todo está sobrevalorado. El sexo sólo es una gran cosa cuando no lo hacés”.
El sexo antes del sida (y su casamiento):“Yo nada más entraba y salía de entre las sábanas. No sé, era como un trance, un trance de coger. Y las mujeres... uno les decía algo, las tomaba de la muñeca, ‘vamos, nena’, las guiaba hasta el dormitorio y se las cogía. Cuando uno entra en el ritmo, sigue adelante. Hay un montón de mujeres solitarias allá afuera. Son lindas, pero no se saben conectar. Están sentadas solas, van al trabajo, vuelven a la casa... es algo maravilloso para ellas que un tipo se les aparezca. Y si se sienta cerca, bebe y habla, es entretenimiento. Estuvo bien, tuve suerte. Las mujeres modernas... no te cosen los botones”.
Escribir: “Escribí un cuento desde el punto de vista de un violador de una niña muy pequeña. Y la gente me acusó. Me hicieron entrevistas. Decían: ‘¿Le gusta violar a niñitas?’. Dije: ‘Por supuesto que no. Estoy fotografiando la vida’. Me metí en problemas con montones de cosas. Pero, por otro lado, los problemas venden libros. Pero, en última instancia, escribo para mí. (Da una larga pitada a su cigarrillo.) Es así. La pitada es para mí, la ceniza es para el cenicero. Eso es publicar. Nunca escribo de día. Es como ir al supermercado desnudo. Todo el mundo te puede ver. De noche es cuando se sacan los trucos de la manga... la magia”.
La poesía: “Siempre recuerdo que, en el patio de la escuela, cuando aparecía la palabra ‘poeta’ o ‘poesía’, todos los pendejos se reían y se burlaban. Puedo ver por qué: es un producto falso. Ha sido falso y snob y endogámico por siglos. Es ultradelicado, sobreapreciado. Es un montón de mierda. Durante siglos, la poesía es casi basura total. Es una farsa. Ha habido grandes poetas, no me entienda mal. Hay un poeta chino llamado Li Po. Podía poner más sentimiento, realismo y pasión en cuatro o cinco sencillas líneas que la mayoría de los poetas en sus doce o trece páginas de mierda. Y bebía vino también. Solía quemar sus poemas, navegar por el río y beber vino. Los emperadores lo amaban porque podían entender lo que decía. Por supuesto, sólo quemó sus poemas malos. Lo que yo quise hacer, si me disculpa, es incorporar el punto de vista de los obreros sobre la vida... los gritos de sus esposas que los esperan cuando vuelven del trabajo. Las realidades básicas de la existencia del hombre común... algo que pocas veces se menciona en la poesía desde hace siglos. Mejor, que quede registrado que dije que la poesía es una mierda desde hace siglos. Y una vergüenza”.
Céline: “La primera vez que leí a Céline, me fui a la cama con una caja grande de galletitas Ritz. Empecé a leerle y me comía una galletita Ritz, me reía, me comía una Ritz, leía. Leí la novela entera de un tirón y me terminé la caja de galletitas. Y me levanté y tomé agua. Tendrías que haberme visto. No me podía mover. Eso es lo que un buen escritor te puede hacer. Casi te puede matar. Un mal escritor puede hacerlo, también”.
Shakespeare: “Es ilegible y está sobrevalorado. Pero la gente no quiere escuchar esto. Uno no puede atacar templos. Ha sido fijado a lo largo de los siglos. Uno puede decir que tal es un pésimo actor, pero no puede decir que Shakespeare es mierda. Cuando algo dura mucho tiempo, los snobs empiezan a aferrarse a él, como ventosas. Cuando los snobs sienten que algo es seguro, se aferran. Pero si les decís la verdad, se ponen salvajes. No pueden soportarlo. Es atacar su propio proceso de pensamiento. Me desagradan”.
Su material de lectura favorito: “Leí en el The National Enquirer una nota titulada ‘¿Es su marido homosexual?’. Linda me dijo: ‘¡Tenés voz de puto!’. Yo dije: ‘Oh, sí, siempre me lo pregunté’. Ese artículo decía: ‘¿Su marido se depila las cejas?’. Y yo pensé, mierda, lo hago todo el tiempo. Ahora sé lo que soy. Me depilo las cejas, soy un puto. Es muy amable de parte de The National Enquirer decirme lo que soy”.
El humor y la muerte: “El último gran humorista era un tipo llamado James Thurber. Pero su humor era tan magnífico que tuvieron que ignorarlo. Este tipo era, podría decirse, un psiquiatra de las edades. Tenía algo ambiguo, hombre-mujer, veía cosas. Era sanador. Su humor era tan real que uno gritaba de risa, era como una liberación frenética. Aparte de Thurber, no puedo pensar en nadie... Yo tengo algo de humorista, pero no como él. No llamo humor a lo que tengo, lo llamo un ‘filo cómico’. Estoy colgado en eso. Casi todo lo que pasa es ridículo. Cagamos todos los días. Eso es ridículo, ¿no te parece? Tenemos que seguir meando, poniendo comida en nuestras bocas, nos sale cera de los oídos. Tenemos que rascarnos. Cosas feas y tontas, ¿o no? Las tetas no sirven para nada, salvo...”.
Nosotros: “La verdad es que somos monstruosidades. Si pudiéramos vernos, podríamos amarnos, darnos cuenta de lo ridículos que somos, con nuestros intestinos retorcidos por los que se desliza lentamente la mierda mientras nos miramos a los ojos y decimos: ‘Te amo’. Nos carbonizamos y producimos mierda, pero no nos tiramos pedos cerca del otro. Todo tiene un filo cómico”.
Ganar: “Y después nos morimos. Pero la muerte no nos ha ganado. No ha mostrado ninguna credencial. Nosotros hemos mostrado todas las credenciales. Con el nacimiento, ¿nos ganamos la vida? No realmente, pero de seguro la hija de puta nos tiene atrapados... La muerte me provoca resentimiento, la vida también, y mucho más estar atrapado entre las dos. ¿Sabés cuantas veces intenté suicidarme? Dame tiempo, sólo tengo 66 años. Sigo trabajando en eso. Cuando uno tiene tendencias suicidas, nada lo molesta, excepto perder en las carreras de caballos. ¿Por qué será? A lo mejor porque uno usa su mente en las carreras, no su corazón. Pero nunca cabalgué. No estoy muy interesado en el caballo sino en el proceso de acertar o no, selectivamente”.
Las carreras: “Traté de ganarme la vida con las carreras por un tiempo. Es doloroso. Es vigorizante. Todo está al límite, el alquiler, todo. Pero uno tiende a ser cuidadoso. Una vez estaba sentado en una curva. Había doce caballos en la carrera y estaban todos amontonados. Parecía un gran ataque. Todo lo que veía era esos grandes culos de caballo subiendo y bajando. Parecían salvajes. Miré esos culos de caballos y pensé: ‘Esto es una locura total’. Pero hay otros días en los que ganás cuatrocientos o quinientos dólares, ganás ocho o nueve carreras al hilo, y te sentís Dios, como si lo supieras todo. Y todo queda en su lugar”.
La gente: “No miro mucho a la gente. Es perturbador. Dicen que si mirás mucho a otra persona, te empezás a parecer a ella. Pobre Linda. La mayoría de las veces me la puedo pasar sin la gente. La gente no me llena, me vacía. No respeto a nadie. Tengo un problema en ese sentido. Estoy mintiendo pero, creeme, es verdad”.
La fama: “Es destructora. Es una puta, una perra, la destructora más grande de todos los tiempos. A mí me tocó la mejor parte porque soy famoso en Europa y desconocido aquí, en Estados Unidos. Soy uno de los hombres más afortunados. La fama es terrible. Es una media en una escala del denominador común, la meten trabajando a un nivel bajo. No tiene valor. Una audiencia selecta es mucho mejor”.
La soledad: “Nunca me sentí solo. He estado en una habitación, me he sentido suicida. Estuve deprimido, me he sentido horrible más allá de lo descriptible, pero nunca pensé que una persona podía entrar a una habitación y curarme. Ni varias personas. En otras palabras, la soledad no es algo que me molesta porque siempre tuve este terrible deseo de estar solo. Siento la soledad cuando estoy en una fiesta, o en un estadio lleno de gente vitoreando algo. Citaré a Ibsen: ‘Los hombres más fuertes son los más solitarios’. Nunca pensé: ‘Bueno, ahora va a entrar una rubia hermosa y vamos a garchar, y me va a frotar las bolas, y me voy a sentir bien’. No, eso no iba a ayudar. Viste cómo piensa la gente común: ‘Guau, es viernes a la noche, ¿qué vamos a hacer? ¿Quedarnos acá sentados?’. Bueno, sí. Porque no hay nada allá afuera. Es estupidez. Gente estúpida mezclándose con gente estúpida. Que se estupidicen entre ellos. Nunca tuve la ansiedad de lanzarme a la noche. Me escondía en bares porque no quería esconderme en fábricas. Eso es todo. Les pido perdón a los millones, pero nunca me sentí solo. Me gusta estar conmigo mismo. Soy la mejor forma de entretenimiento que puedo encontrar”.
El tiempo libre: “Es muy importante tener tiempo libre. Hay que parar por completo y no hacer nada por largos períodos para no perderlo todo. Seas un actor o una ama de casa, cualquier cosa, tiene que haber grandes pausas en las que no hacés nada. Uno se tira en una cama a mirar el techo. Hacer nada es muy, muy importante. ¿Y cuánta gente lo hace en la sociedad moderna? Muy poca. Por eso la mayoría está totalmente loca, frustrada, enojada y odiosa. Antes de casarme, o de conocer a muchas mujeres, bajaba las cortinas y me metía en la cama por tres o cuatro días. Me levantaba para cagar y para comer una lata de porotos. Después me vestía y salía a la calle, y el sol brillaba y los sonidos eran maravillosos. Me sentía poderoso, como una batería recargada. Pero, ¿sabés qué me tiraba abajo? El primer rostro humano que veía en la vereda. Esa cara nomás me hacía perder la mitad de la carga. Esta cara monstruosa, sin expresión, tonta, sin sentimientos, cargada de capitalismo. Pero aún así valía la pena, me quedaba la mitad de la carga todavía. Por eso el tiempo libre es importante. Y no digo tomarse tiempo para tener pensamientos profundos. Hablo de no pensar en absoluto. Sin pensamientos de progreso, sin pensamientos sobre uno mismo. Sólo ser un haragán. Es hermoso”.
La belleza: “No existe algo como la belleza, especialmente en un rostro humano, eso que llamamos fisonomía. Todo es un imaginado y matemático alineamiento de rasgos. Por ejemplo, si la nariz no sobresale mucho, si los costados están bien, si las orejas no son demasiado grandes, si el cabello no es demasiado largo. Es una mirada generalizadora. La gente piensa que ciertos rostros son hermosos, pero, realmente, no lo son. La verdadera belleza, por supuesto, viene de la personalidad. No tiene nada que ver con la forma de las cejas. Me dicen de tantas mujeres que son hermosas... pero cuando las veo, es como mirar un plato de sopa”.
La fealdad: “No existe. Hay algo llamado deformidad, pero la simple fealdad no existe. He dicho”.
Érase una vez: “Era invierno, yo me estaba muriendo de hambre intentando ser escritor en Nueva York. No había comido en tres o cuatro días. Así que finalmente dije: ‘Me voy a comer una gran bolsa de pochoclo’. Cada grano era como un churrasco. Tragaba y echaba pochoclo a mi estómago que decía ‘¡Gracias, gracias!’. Estaba en el paraíso, caminando por ahí, hasta que dos tipos pasaron a mi lado y uno le dijo al otro: ‘¡Jesús!’. El otro dijo: ‘¿Qué pasa?’ ‘¿Viste a ese tipo comiendo pochoclo? Dios, era horrible.’ Así que no pude disfrutar el resto del pochoclo. Pensé qué quisieron decir con eso de que ‘era horrible’. Yo estaba en el paraíso. Supongo que era un poco cochino. Ellos siempre pueden distinguir a un tipo hecho mierda”.
La prensa: “Disfruto las cosas malas que se dicen sobre mí. Aumenta la venta de libros y me hace sentir malvado. No me gusta sentirme bien porque soy bueno. ¿Pero malo? Sí. Me da otra dimensión. Me gusta ser atacado. ‘¡Bukowski es desagradable!’ Eso me hace reír, me gusta. ‘¡Es un escritor desastroso!’ Sonrío más. Me alimento de eso. Pero cuando un tipo me dice que dan un texto mío como material de lectura en una universidad, me quedo boquiabierto. No sé, me aterra ser demasiado aceptado. Siento que hice algo mal”.
El dedo: (Levanta el dedo meñique de su mano izquierda) “¿Viste alguna vez este dedo? (El dedo parece paralizado en una forma de “L”). Me lo rompí una noche, borracho. No sé por qué, pero nunca se acomodó. Pero funciona perfecto para la letra ‘a’ de la máquina de escribir, y qué demonios, le agrega algo a mi personaje”.
La valentía: “A la mayoría de la gente supuestamente valiente le falta imaginación. Es como si no pudieran concebir lo que sucedería si algo saliera mal. Los verdaderos valientes vencen a su imaginación y hacen lo que deben hacer”.
El miedo: “No sé nada sobre eso”.
(Se ríe.)
La violencia: “Creo que, la mayoría de las veces, la violencia es malinterpretada. Hace falta cierta violencia. En nosotros hay una energía que necesita ser sacada. Creo que si esa energía es contenida, nos volvemos locos. La paz última que todos deseamos no es un área deseable. De alguna manera, no estamos destinados a eso. Por eso me gusta ver peleas de boxeo, y por eso yo mismo las protagonizaba en mi juventud. A veces se llama violencia a la expulsión de energía con honor. Hay locura interesante y locura desagradable. Hay buenas y malas formas de violencia. Es un término vago. Está bien si no se hace a expensas de otros”.
El dolor físico: “Con el tiempo uno se endurece, aguanta el dolor físico. Cuando estaba en el Hospital General, un tipo entró y dijo: ‘Nunca vi a nadie aguantar la aguja con tanta frialdad’. Eso no es valentía. Si uno aguanta suficiente dolor, uno cede. Es un proceso, un ajuste. Pero no hay forma de acostumbrarse al dolor mental. Me mantengo lejos de él”.
La psiquiatría: “¿Qué consiguen los pacientes psiquiátricos? Una cuenta. Creo que el problema entre un psiquiatra y su paciente es que el psiquiatra actúa de acuerdo al libro, mientras que el paciente llega por lo que la vida le ha hecho. Y aunque el libro pueda tener cierta perspicacia, las páginas siempre son las mismas y cada paciente es diferente. Hay muchos más problemas individuales que páginas. Hay demasiada gente loca como para resolverlo diciendo: ‘Tantos dólares por hora, cuando suena el timbre terminamos’. Eso sólo puede llevar a una persona un poco loca a la locura total. Recién empiezan a abrirse y a sentirse bien cuando el psiquiatra dice: ‘Enfermera, arregle la próxima cita’. Todo es asquerosamente mundano. El tipo está ahí para quedarse con tu culo, no para curarte. Quiere tu dinero. Cuando suena el timbre, que entre el siguiente loco. Ahora, el loco sensible se va a dar cuenta de que cuando el timbre suena, significa que lo cagaron. No hay límites de tiempo para curar la locura, y no hay cuentas para eso, tampoco. Muchos de los psiquiatras que yo he visto parecen estar al límite ellos mismos, además. Pero están demasiado cómodos. Creo que el paciente quiere ver un poco de locura, no demasiado. Ah, los psiquiatras son totalmente inútiles. ¿Siguiente pregunta?”.
La fe: “La fe está bien para los que la tienen. Mientras no me la tiren por la cabeza. Tengo más fe en mi plomero que en el ser eterno. Los plomeros hacen un buen trabajo. Dejan que la mierda fluya”.
El cinismo: “Siempre me acusaron de cínico. Creo que el cinismo es una uva amarga. Es una debilidad. Es decir: ‘¡Todo está mal! ¿Entendés? ¡Esto no está bien! ¡Aquello no está bien!’. El cinismo es la debilidad que evita que nos ajustemos a lo que ocurre en el momento. El optimismo también es una debilidad. ‘El sol brilla, los pájaros cantan, sonríe.’ Eso es mierda también. La verdad está en algún lugar entre los dos. Lo que es, es. Si no estás listo para soportarlo, joderse”.
La moralidad convencional:“Puede que no exista el infierno, pero los que juzgan pueden crearlo. Pienso que la gente está sobredomesticada. Uno tiene que averiguar lo que le pasa, y cómo va a reaccionar. Voy a usar un término extraño aquí: el bien. No sé de dónde viene, pero siento que hay un básico rasgo de bondad en cada uno de nosotros. No creo en Dios, pero creo en esta ‘bondad’, como un tubo dentro de nuestros cuerpos. Puede ser alimentada. Siempre es mágica, por ejemplo cuando en una autopista sobrecargada de tráfico un extraño hace lugar para que alguien pueda cambiar de mano... es esperanzador”.
Sobre ser entrevistado: “Es como ser arrinconado. Es vergonzoso. Por eso, no siempre digo toda la verdad. Me gusta jugar y burlarme un poco, así que doy información falsa sólo por el gusto de entretener y mentir. Así que si quieren saber algo sobre mí, no lean una entrevista. Ignoren ésta, también”.
SUPERVIXENS !!!
MOTORGRAFICO: Cultura POPular.
KRIPTONITA. José Daniel Espejo Balanza.
En la madrugada, sujeto a mi botella
de oxígeno para apnea, pienso en mi hermana,
y trato de dormirme.
El insomnio y la tristeza son costumbres
mucho más resistentes que una vulgar
insuficiencia respiratoria. Ya no fumo,
no hago nada en todo el día. Por las noches,
buceo.
Busco a mi hermana en las praderas de algas,
sueño que volvemos a hablarnos
y me despierto. Con una mascarilla
y un olor a sudor tan terrible en la funda de la almohada.
Aún no es de día y escribo
poemas como éste, o invento una charla
con frases perfectas como peces voladores
saltando entre mi boca y la suya.
Bodegones costumbristas. Si te fijas
se ve la kriptonita por detrás de la naranja.
Te pido perdón. No hago nada en todo el día,
y llega la noche, y enciendo la máquina.
viernes, 26 de octubre de 2007
RESACA/HANK OVER: PORTADA INTERIOR
BIZARRE CHARLES BUKOWSKI & nuestra PORTADA DEFINITIVA.
LA HOSTIA BENDITA o regreso a las trincheras o peleando a la contra o yo qué cojones sé...
jueves, 25 de octubre de 2007
Portada de un primer BUKOWSKI
Patxi Irurzun
06. MIQUEL SILVESTRE
- Miquel Silvestre (Denia, 1968)
- Es autor de las novelas La dama ciega (2002; reedición en 2005), Mariposas en el cuarto oscuro (2003) y $panya SA (2007) y del libro de cuentos Dinamo estrellada (2004). Está incluido en las antologías de relatos Historias de vida (2000) y Primera santología (2004)
miércoles, 24 de octubre de 2007
Los últimos días de Charles Bukowski, por Luigi Amara
martes, 23 de octubre de 2007
Buk en un musical
Bukowsical. Es decir Bukowski+musical. Porque hasta un musical, tiene Bukowski, en Nueva York.
Esta es el enlace http://www.bukowsical.com, por si alguien quiere indagar un poco (y de paso, contarnos de qué va a los garrulos que no controlamos inglés).
Katarsis: Charles Bukowski: el grito de los marginados
“Me gustan los hombres desesperados, hombres con los dientes rotos y los destinos rotos. También me gustan las mujeres viles, las perras borrachas, con las medias caídas y arrugadas y las caras pringosas de maquillaje barato. Me gustan más los pervertidos que los santos. Me encuentro bien entre marginados porque soy un marginado. No me gustan las leyes, ni morales, religiones o reglas. No me gusta ser modelado por la sociedad”.
Así se autodefine Charles Bukowski, el escritor de los bajos fondos de Los Angeles, norteamericano nacido en Alemania en 1920, uno de los mejores cuentistas de cualquier época y de los más fecundos autores contemporáneos, comparado a veces con Hemingway por el rigor de su estilo y su narración directa y desalambicada (ese estilo “casual” con que a ratos parece inclusive superar al maestro), y con Celine y Henry Miller por sus preferencias temáticas.
Rudo, cochino, tierno, despiadado, humano, denunciante, sexual, violento, no figura sin embargo entre los best-sellers de la narrativa de hoy, y es explicable: su literatura duele, nada tiene de complaciente, le dice a mucha gente cosas duras que ésta no quiere oír, prefiere olvidar o prodigarles una olímpica verónica. Sus personajes son reventados física y moralmente: prostitutas baratas en tiempo de descuento, borrachos sin remedio, jugadores delirantes y de suerte pésima, violadores de niñitas inocentes, delincuentes despiadados, tipos todos que sirven para trazar un gran fresco de la descomposición moral de un mundo donde los valores andan volando bajo, por las alcantarillas. “La suya es la voz de los sin trabajo, mujer ni domicilio- sugiere Juan Carlos Kreimer-, de los que se pagan un cuarto por varias noches en una pensión de décima y lo usan para dormir de día las resacas que se agarran de noche”. Por su parte, Carlos Olivares, cuentista chileno de los sesenta y bukowskiano fanático, dice que se trata de un “escritos- droga: si se lee una vez se adquiere el vicio de perseguir sus libros”. Sin embargo, soy más bien de la opinión de que se trata de un escritor que genera reacciones extremas: o gusta a morir, o produce verdaderas náuseas. Hace algún tiempo, antes de conocer a Bukowski personalmente, cuando acababa de descubrirlo y lo incursionaba por primera vez, se me ocurrió empezar a leerle en voz alta uno de los cuentos de La maquina de follar a una escritora que me visitaba en Cuernavaca en México, donde viví algunos años. Antes de dos páginas, mi amiga se levantó, me dijo con cierta indignación que no siguiera y se dirigió al baño, a vomitar. Así es. Sus editores lo presentan como alguien que abandonó durante diez años la literatura para dedicarse exclusivamente a beber. También sostienen que Celine o Miller son dulces monaguillos comparados con Bukowski.
Llegué a casa de los Bukowski en San Pedro (el puerto de Los Angeles) con el poeta David Valjalo, amigo común que había concertado la cita. Eran cerca de las nueve de la noche y nos abrió la linda Linda Lee, su compañera, siglos más jóvenes, risueña, jovial y aficionada a las comidas naturistas. Le entregué las botellas de vino que llevaba y al entrar en el living de la casa, entraba también, desde otro lado, Bukowski, delgado, greñudo, con la camisa afuera, cordial, con algunas copas ya en su haber. Venía de su cuarto de trabajo, una especie de antioasis; dentro de una casa bien tenida, perfectamente clase media, limpia y ordenada, un cuarto donde el escritor reproduce su hábitat de toda la vida: el desorden, puchos apagados y tarros de cerveza vacíos por todo el suelo. “Necesito trabajar en un ambiente así”, asegura Bukowski. “Me estimula”. Pronto nos pusimos manos a la obra con el vino, y la conversación se fue por muchas rutas, perdió a ratos su norte, quedaron cabos sueltos, ideas inconclusas, pero de algún modo las preguntas y las respuestas están ahí. Después de todo, fueron las tres botellas que yo llevé y tres más, y la noche se prolongó hasta la madrugada. En un momento pregunté si a un cuento “Los asesinos” lo había titulado así por un cuento homónimo de Hemingway. Dijo que sí, que por supuesto, aunque consideraba que el suyo era superior al del viejo Ernest. No lo dijo con pedantería, sino más bien con una sonrisa, como si él mismo no creyera lo que estaba diciendo. Y es posible, mirando bien las cosas, que tenga razón: que su texto sea más doloroso, más intenso y hasta más perfecto que aquel magistral relato de los gangsters que van en busca de un boxeador sueco al que tienen que mandar a mejor mundo. Pensando en los autores a quienes alude para bien o para mal en varios cuentos - “G.B. Shaw no me produce más que bostezos… el Hemingway joven era bueno… Gingsberg a veces” - le pregunto por sus lecturas del momento, que autores le gustan, de cuáles abomina. La verdad - contesta- es que hace treinta años que no leo nada.
La respuesta es sorprendente, aunque no inverosímil, si pensamos que Bukowski escribe como un desaforado y bebe todos los días hasta que el alcohol ocupe el escenario central de la cabeza. Cuando deja la pluma, no hay lugar ya para la lectura. Sin embargo, podría tratarse también de una respuesta un tanto publicitaria, porque la verdad es que en cuentos y novelas menciona a escritores y tiene ideas muy definidas acerca de ellos: “Dejando a un lado a Dreiser, Thomas Wolfe es el peor escritor norteamericano, Burroughs es terriblemente aburrido, Faulkner una nulidad. Saroyan sería bueno si no fuera tan optimista.”
-¿Por qué siendo tan bueno - le pregunto sin ironía- tus libros no salen de las editoriales marginales como Black Sparrow o City Lights?
-No me gustan las ediciones millonarias. Pueden dar mucho dinero y uno corre el riesgo de volverse rico. Detesto a los ricos. Y me mantengo leal a Black Sparrow. Cuando yo andaba muerto de hambre, ellos me pagaron cien dólares por una serie de relatos y además los publicaron.
En la conversación, Bukowski va respondiendo preguntas, expresando ideas, manifestando su visión del mundo y de las cosas más íntimas y cotidianas. Lo que dice lo hemos leído y releído en sus cuentos y novelas, antes o después de esta noche cordial; es decir, hay una comunión estrecha y dinámica entre lo que este autor escribe y lo que la vida le va deparando en cada esquina.
-Te han acusado de machista - le digo.
La respuesta que me da podría ser la misma que da el “gran poeta” de su cuento a su joven entrevistador, cuando le pregunta qué piensa sobre la liberación femenina: “en cuanto ellas se dispongan a lavar el auto, a empujar el arado, a perseguir a los dos tipos que acaban de asaltar la tienda de licores o a limpiar alcantarillas, en cuanto a ellas se dispongan a que les vuelen las tetas de un balazo en el ejército, yo estaré listo para quedarme en casa y lavar los platos y aburrirme recogiendo hilachas de la alfombra”.
En su novela Mujeres (tema en el que ha investigado mucho, según me pone en la dedicatoria), el protagonista, Henry Chinaski (autobiográfico, apodado Hank y personaje de otros cuentos y novelas del autor) está sentado, solo, bebiendo en un bar. Llega una dama que se presenta como profesora de literatura, acompañada de una de sus alumnas. Le piden al escritor que le responda algunas preguntas para la clase. La primera de ellas indaga sobre quién es su escritor favorito. Chinaski menciona a John Fante (el propio Bukowski me dijo que Fante era su mayor influencia), autor de Pregúntale al polvo. ¿La razón? “Emoción total. Un hombre muy valiente”. ¿Quién le sigue a Fante? Insiste la profesora. Celine, dice Chinaski. ¿Razones? “Lew sacaron las entrañas y pudo reír y los hizo reír a ellos además. Un hombre muy valiente”. ¿Cree Ud. en la valentía? “Me gusta verla en cualquier parte”, dice el escritor, “en los animales, en las aves, en los reptiles, en los humanos. ¿Razones? “Me hace sentir bien. Es asunto de estilo frente a ninguna oportunidad”. La frase desde luego recuerda el concepto hemingwayano de “gracia bajo la presión” que acaso ha sido mejor traducido como “elegancia en el sufrimiento”. La siguiente pregunta de la maestra cae por su propio peso. ¿Hemingway? “No”, dice Chinaski a secas ¿Razones? “Muy torvo, demasiado serio. Buen escritor, frases magníficas. Pero la vida para él siempre fue una guerra total. Nunca se soltaba, no bailaba nunca.” La maestra y su alumna guardaron sus cuadernos y se esfumaron. Chinaski se lamenta de no haber alcanzado a decirles que sus verdaderas influencias eran Gable, Cagney, Bogart y Errol Flynn. En otro momento de la misma novela, Henry Chinaski se halla en casa de Sara (que por algunos rasgos y situaciones parece corresponder a Linda Lee) cuando llega un joven de barba negra y pelo largo que se presenta como poeta y le pregunta cómo logra un autor publicar sus obras. Se produce el siguiente diálogo, de absoluta elocuencia:
Cuento: Por eso duermo mal
Y cuando bebo y no me entero de lo que ocurre a mi alrededor es cuando me llevo objetos en los bolsillos. A la mañana siguiente, cada domingo, descubro cosas que he recopilado por la calle sin acordarme de por qué o dónde las he cogido y encontrado. Por ejemplo, unos guantes: tengo guantes de colores, casi siempre de la mano izquierda; guantes que se les pierden a las chicas y guantes que se les caen a los obreros en las inmediaciones de los edificios en construcción; guantes de señoritos y manoplas de trabajadores nocturnos. Una vez hallé en el bolso de mi abrigo una baraja rota con dibujos de superhéroes, y otro día un móvil viejo que no funcionaba. En ocasiones descubro bocadillos a medio envolver que han tirado los jóvenes que trasnochan, sombreros de paja, gafas de espejo sin un cristal y espejos retrovisores que salpican las aceras tras los accidentes de madrugada.
Pero este último sábado no he salido. Tuve un susto tremendo. Fui a coger mi abrigo de los fines de semana. El domingo pasado olvidé registrar los bolsillos y, al meter las manos en su interior para resguardarme del frío, saqué una cartera. Una cartera de esas de colores, como de chica. Con cierto temor la abrí. Tenía adheridos pelos y sangre. Me sobresaltó ver la fotografía del carnet de identidad de su propietaria. Se parecía mucho a la de una adolescente desaparecida cuyo retrato habían puesto esta semana en los periódicos; de hecho era ella; se rumoreaba que podrían haberla violado, muerto y escondido su cadáver la misma noche de su desaparición, o sea, el sábado anterior a éste.
Así que no he salido a emborracharme. Intento recordar cómo llegó esta cartera a mis manos, por descubrir si le puedo dar una buena pista a la policía. Lo curioso es que llevo todas las noches de esta semana sufriendo una pesadilla en la que soy quien viola y mata a una chica muy parecida, y por eso duermo mal.
José Angel Barrueco, de El hilo de la ficción
lunes, 22 de octubre de 2007
Chúpame el RABO
Para los que le echamos de menos (pero no le escribimos una de las 1000 -creo que eran mil- cartas de apoyo para que no se retirara). Aún, al menos, podemos seguir sus gamberradas en este blog:
http://chupameelrabo.blogspot.com
Os dejamos con una historieta, cortada y pegada de su blog, un poco al tuntún.
BIRTHDAY, Javier Esteban
BIRTHDAY
A este iba a degollarle de un solo tajo pero resultó que no acerté con la carótida, por lo que el tío no sólo no se murió enseguida como me había asegurado mamá, sino que además se revolvió escurriéndose en a su propia sangre y se me echó encima. Eso sí, tenía la carne del cuello toda abierta como si le hubiera hecho una segunda boca; no sabía que estas cosas podían pasar. Y lo peor es que era fuerte, más que yo. Empezó a darme puñetazos en la tripa y en la cara –menos mal que le había hecho caso a mamá esta vez y llevaba la careta del equipo de hockey del instituto–, hasta que acabé arreándole un rodillazo en el muslo que le hico perder de una vez el equilibrio y, ya en el suelo, le pude clavar el cuchillo por debajo de la barbilla con todas mis fuerzas. Crujió un poco, no se parecía nada a partir un melón: en esto también mamá se había equivocado. Me imagino que fue más simple que hacerlo con una motosierra, como propuse yo al principio –en las películas parece divertido, pero a ver cómo les sorprendes por la espalda, dijo mamá– aunque seguro que resultó igual de sucio y mucho más lento: a la chica le dio tiempo de salir corriendo entre los árboles sin dejar de chillar ni abrocharse la blusa. La verdad es que a mí se me habían quitado las ganas de perseguirla por mucho que le botaran las tetas. Estaba algo dolorido después de la refriega y daba un poco igual, tampoco iba en la dirección más adecuada. La acabaría pillando alguno de los otros chicos del pueblo. Así que llevé arrastrando el cuerpo del maromo hasta la pequeña cabaña del lago. Ni siquiera me molesté en subirle los pantalones. Ya había decidido, pensara mamá lo que pensara, cuál iba a ser esa manera especial de celebrar mi cumpleaños.
05. VICENTE LUIS MORA
- Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970)
- Entre sus últimos libros publicados están el poemario Construcción (2005), el ensayo Pangea. Internet, blogs y comunicación en un mundo nuevo (2006), el libro de crítica literaria La luz nueva. Singularidades de la narrativa española actual (2007) y la novela Circular 07. Las Afueras (2007).
- Su Diario de Lecturas es un blog de referencia en las bitácoras sobre literatura. Jura que está beodo en la foto, y nosotros le creemos.
domingo, 21 de octubre de 2007
UNA HISTORIA AUTÉNTICA. Charles Bukowski.
1 poema inédito de BRENDA ASCOZ
la pulsión de Tánatos:
el síndrome de Tántalo y Polifemo: bulimia
(voracidad de buey: engullir la vida
y atragantarse con ella)
alcohólicos, unánimes en cuanto a soledad
y a miedo…
y ¡ah de los yonquis! ¿dónde estáis?
por cada puñalada que habéis dado al mundo
vosotros, ciento os habéis infringido.
pulsiones de muerte: ¡ah,
de los que se encierran en llanto!
ah de los que aguardan salvaciones ajenas.
sábado, 20 de octubre de 2007
DIAS SIN HUELLA
CRAZY LOVE. Vicente Muñoz Álvarez.
y me preguntó qué estaba haciendo.
Le dije que me disponía a comer
y estaba calentando algo de pollo en la cocina.
¿ A estas horas ? - preguntó.
Salí a tomar un vino y acabo de llegar - contesté.
Entonces empezó a chillar
y a maldecir por el teléfono.
Dijo que aunque siempre estaba deprimido
nunca me encontraba en casa
y yo la pregunté si prefería
verme encerrado todo el día.
Pero no respondió a eso.
Cambió de conversación
y me preguntó con quién había salido.
Se lo dije ( era una amiga común )
y eso empeoró aún más la situación.
Aumentó el volumen de su voz
y la acusó de interponerse en nuestra relación.
Después se echó a llorar.
Y finalmente gritó:
ALGO PASA ENTRE NOSOTROS
NO SÉ LO QUE ES PERO ALGO PASA
ALGO PASA ENTRE NOSOTROS.
Y colgó luego el teléfono.
Permanecí unos segundos escuchando
la señal fría y monótona
del auricular en la distancia.
Pensé que casi todo era una mierda.
Tiré el pollo recalentado a la basura
y me senté en la mesa a beber vino.
viernes, 19 de octubre de 2007
LA ALAMBRADA DE MI BOCA. Ana Pérez Cañamares.
Las cuentan a los conductores de autobuses
las mujeres que se pintan de más
quizá por aburrimiento.
Las cuentan los camareros
arrancadas a los segundos
que tarda el café en salir a borbotones.
Los niños a la puerta del colegio.
Los periodistas mediocres
para rellenar las hojas y las tardes.
En las consultas se cuentan historias
de puntos abiertos y esguinces mal curados.
Los curas las cuentan los domingos
y las peluqueras a diario
y los vendedores de enciclopedias
si se les abre la puerta.
Pero a mí tanta historia me cansa.
Tanto fue, y vino, y se casó, y ha muerto.
Todos hemos ido y hemos vuelto
nos hemos casado y moriremos.
A mí de las historias sólo me interesa
ver sus espaldas cargadas
cuando se dan la vuelta.
Si tienen el pantalón caído
y les asoma el culo.
Si cuando nadie las mira
ellas miran a los ojos de los perros.
Sólo me interesa la historia
que se agacha y recoge del suelo
una colilla de cigarro y se la guarda.
La historia que encuentra un banco
y se sienta y sin que nadie la mire
llora la muerte de las moralejas.
INTERZONA
KIKE SUÁREZ & LA DESBANDADA en Madrid.
jueves, 18 de octubre de 2007
Bukowski en cómic
De la página de Planetacomic:
Edición original: Bukowski - Schultheiss GER
Fecha de edición: noviembre de 2004
Guión: Mathias Schultheiss
Dibujo: Mathias Schultheiss
Tinta: Mathias Schultheiss
Color: Blanco y negro
Formato: 114 págs.
Charles Bukowski nace en Andernach, Alemania, en 1920. Poco después, sus padres emigran a los Estados Unidos. Al independizarse de su família, comienza para él una vida errática durante la cual realizará todo el tipo de trabajos demenciales. En 1966, gracias al apoyo económico del que se convertirá en su editor, publica Cartero, su primera novela, que le rescata de las simas underground. Otras novelas de carácter eminentemente autobiográfico, como La senda del perdedor, Factotum, Mujeres y Hollywood, terminarán por forjar una leyenda en la que el autor y su obra conforman un todo indisoluble. Fallecido en 1994, sus libros de narrativa y poesía siguen reeditándose en todo el mundo, al tiempo que siguen apareciendo nuevos volúmenes inéditos.
Matthias Schultheiss nace en Nuremberg, Alemania, en 1946. Más tarde se traslada a Hamburgo para asistir a la Escuela Superior de Bellas Artes y Diseño. A pesar de sus excelentes calificaciones, interrumpe sus estudios porque el sistema de enseñanza tradicional le aburre. En adelante, inspirado por las técnicas de ilustración americanas, sigue estudiando dibgujo de forma autodidacta y trabaja en el campo de la publicidad.Su primer trabajo en cómic, Trucker (1981), una balada épica sobre camioneros, aparece publicado en la revista Zack y posteriormente por el semanario Comixene. A Trucker le seguirían obras como Guerra fría, La verdad sobre Shelby, Los tiburones de Lagos, y las adaptaciones de los relatos de Charles Bukowski que os ofrecemos en este volumen. Consagrado como uno de los narradores gráficos más interesantes del panorama europeo, la obra de Schultheiss ha aparecido publicada, además de en su Alemania natal, en países como Francia, Dinamarca, Italia, Holanda, Estados Unidos y España.
04. ANGEL PETISME
- Ángel Petisme (Calatayud, Zaragoza, 1961)
- Es autor de (G)rito, (en plaquette) (1978), Aliento del pronombre en la geografía desolada (separata de la revista “Narra”, 1979), Cosmética y terror (1984), Un ejercicio sobre la normalidad (1987), El océano de las escrituras (1989), Habitación salvaje (1990), Amor y cartografía (1993), Constelaciones al abrir la nevera (1996), El desierto avanza (dentro del Lcd Cierzo, 1997), ¿Sueña Dios con buñueles eléctricos? (El sueño rojo de Buñuel) (2000), Buenos días, colesterol (2000), Cuatro días de alquiler (2003), El cielo de Bagdad (2004), Soñar en Palestina (2005), Insomnio de Ramalah (2005), Teoría del color (Antología 1977-2006) (2006) y Demolición del Arco Iris (2007). Está incluido en numerosas antologías
- Además de escritor y poeta, es cantautor y guitarrista. Ha grabado varios discos y actualmente se recupera de una operación de muñeca