Os odio. A vosotros que cada vez que pronunciáis la palabra guerra la atraéis con vuestras bocazas. Esas bocazas que no se llenarán de hormigas en una trinchera, ni de sangre seca bajo los escombros de una escuela, un hospital bombardeado. Os odio. A todos. A los que ofrecéis guerra, la llaméis como la llaméis, libertad, democracia, contraterrorismo, y a los que les contestáis "si quieren guerra se la daremos". A los que decís pueblo y no escucháis al pueblo. A los que habláis de limpieza étnica y a los que os manifestáis como ejércitos. Odio vuestros ejércitos. Todos vuestros ejércitos. Los que desfilan ante reyes y ministros y los que emiten comunicados. Os odio y sé que mi odio no sirve para nada, sólo para que cuando llegue el momento, cuando me arrojéis vuestras bombas inteligentes, cuando me ajusticiéis en un callejón, sepa que yo odié siempre aquella guerra, y que muero inocente, como se muere siempre en las guerras. Os odio por obligarme a odiarme a mí mismo, a hablar con vuestro lenguaje, a considerarme libre de pecado y a atraer, sin embargo, también con mis palabras la guerra. La guerra no es romántica, ni heroica. La guerra son estómagos reventados apestando a mierda, mujeres obligadas a amar el esperma envenenado del enemigo que crece dentro de ellas, niños que se alimentan royendo pan duro y más odio. La guerra es un rencor como una mina enterrada que vuelve a estallar tarde o temprano. La guerra no es un día soleado al final del cual ondeará nuestra bandera. Escupo en las banderas, en todas las banderas, en todos vuestros trapos. Odio, en fin, con todo el amor de mi humilde corazón la guerra y le declaro guerra sin cuartel.
Odio enamorado está incluido en La polla más grande del mundo y otros 69 cuentos, que publicará en breve Baile del sol.
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