Madre, no se angustie. Estoy bien. No es más que un alcoholismo imaginario. Yo miento cuando escribo. A decir verdad, miento todo el tiempo. Siempre fue así. Usted me llevaba a misa los domingos en el Corazón de María y yo mentía en el confesionario como un delincuente infantil. Madre, la espiritualidad es mentira. Miente el clérigo, el místico y el santo, se jacta el ateo como un necio, pero nosotros amamos la mentira.
Miento como padre con su gran mueble tocadiscos. Escucho a Duruflè y pienso que soy la clase de hombre que escucha a Duruflè, pero soy un tipo disonante y fracturado. Leo a los metafísicos, pero no me interesa el pensamiento. Spinoza es un animal de la mentira y yo admiro a los idiotas.
Escribo dondes y cuandos ilegales, escribo mi bucólica, mi geórgica, mi frondosa plantación de marihuana. ¿Vendrá la policía? Digo que maté a un hombre en una estación de Inglaterra por razones naturales. ¿Vendrá la policía? Me llamo Walter Mitty, compatriota de Larbaud, el apátrida, nacido en Arequipa, residente en Nueva York.
Humankind cannot bear very much reality.
Miente el arte. Soporté Stalker lo que pude. Miente cada plano de Tarkowski. Miente ese lodazal de trascendencia. ¿Qué necesidad tiene el hombre común de lo profundo? Una máquina pinball iluminada proclama la vida trascendente, pero nosotros amamos los iconos, los starets, los éxtasis de Rusia.
Mienten los poetas, salvo los golfos y los suicidas. Mr. Keats dice Truth is beauty. Un polígrafo para Mr. Keats. La belleza es mentira. La verdad, según conocemos por el delirium tremens, se parece a una pintura negra, a un horror de Lovecraft, a los peces espinosos de las rocas con los ojos desmedidos. Pero mire, si el cuántico está en lo cierto, si lo contrario a una verdad profunda es otra verdad profunda, usted tiene razón, Mr. Keats, y no hay más que hablar, pero recuerde la coincidentia oppositorum.
No se angustie, madre, por el bar imaginario de Servando. Yo miento cualquier cosa. Disparos, burdeles, mujeres falsificadas. He imaginado mujeres. He venerado a la bestia de la madona. Aún venero a la ninfómana santa, aún difamo a la ninfómana mía.
Madre, descuide, yo siempre miento. Epiménides, el cretense, dijo: “Todos los cretenses mienten”.
Sergio Mayor
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