La reconocí
nada más entrar
a echar una carta
en la estafeta
Había llovido mucho
desde la última vez que nos vimos
Lo único que recuerdo
de aquella noche
es meternos la lengua
hasta tres cuartos de garganta
y magrearnos en pleno bar
contra la barra
Fueron años cojonudos
en los que nada
importaba demasiado
Follar y divertirse
y divertirse
follando a todo trapo
antes de trincar el petate
y pirarse
cada uno por su lado
Luego
me di a la bohemia
a los pinceles
y a chupar del frasco
a troche y moche
en un rosario de afterhours
y de noches eternas
También estuve loco
y me revolqué como un cerdo
en los sótanos del infierno
hasta que convertí la mierda
en una camisa de fuerza
Me preguntó si trabajaba
y si había sentado la cabeza
Estás igual, mintió
Con el pelo blanco
pero igual
Recordamos los viejos tiempos
un minuto
Después
vino el silencio
y se me quedó viendo
con el titilar en los ojos
de recuerdos tiernos
Durante un segundo
acariciamos la idea
de intercambiar
nuestros números de teléfono
Hacía
27 años desde entonces
27 años de distancia
27 años de silencio
en los que ha pasado
casi una vida
en la que
nos ha dado tiempo
a olvidarnos que existimos
y en la que
aquel para siempre
resultó ser
sólo un quizá
o un
alguna vez
Luego
el hilo se rompió
y cada mochuelo
voló a su olivo
con el sabor agridulce
de la nostalgia
de una vida
que amarillea sus retazos
en un rincón
de esta memoria mía
que agoniza
en un cajón
lleno de fotos
que conservo
en formol
Rafael López Vilas
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