No llueve tras los velados cristales,
sólo está el Sol marroquí en lontananza
y una brumosa tristeza que avanza
llena de presagios y de señales.
Oscuros pájaros elementales
ensayan en el alféizar su danza
y uno de mis dos gatos se abalanza
chocando su rabia en los ventanales.
Es la vida enviando sus mensajes,
y tal vez en mi locura yo ignoro
que en cada instante se oculta un tesoro.
Ando husmeando en el aire pasajes
que me devuelvan el tiempo perdido
y lo sigo perdiendo sin sentido.
Pedro González Polledo
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