Hay esos típicos minutos absurdos
Donde uno piensa demasiado
En cosas que no son de este mundo;
A veces, las neuronas te traicionan
En un arrebato
De sometimiento aparente…
En el fondo, sólo te están jugando
Una mala pasada
O abriendo la puerta de la trastienda
A la locura;
Locura, que con su lengua quebradiza
Araña la añoranza de normalidad,
Bajo el estandarte del rey de la infamia,
Que, como siempre, deambula borracho
Entre putas cerebralmente activas,
Como los santos de las iglesias,
Que siguen implorando limosna…
… o un trocito absurdo de ti.
José Manuel Vara
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