por la solitaria acera vomitada por borrachos y otros hijos de su noche.
Yo traje mis sueños de nuevo,
aún eran unos críos para un mundo tan absurdo,
tan pintado de hipocresía
como de maquillaje se pinta un payaso.
Fui yo,
al fin y al cabo,
quien los paseó por caminos heroinómanos y adictos al rock,
para dispararles con arcos y flechas
y pistolas
y epístolas
y epopeyas de vidas salvajes de rebajas en centros comerciales.
Yo soy su dios creador,
quien un día se atrevió a temerlos incluso,
a dotarlos de forma,
y a dormirlos, al rato, en la orilla de almohadas herejes
donde eran ofrecidos como sacrifico a musas hambrientas.
He vuelto a casa.
No a este nido de muros concretos,
de pasillos iluminados y octogenarias exploradoras
con la memoria tatuada en el olvido,
sino al lugar que me alberga y me contiene,
al lecho de ideas frondosas y recuerdos ecológicos.
Así, rescaté a mi alma de mis demonios
y temo
arrastrarla de nuevo
hacia pozos de palabras vacías,
y hacia gusanos sagrados
que se arrastran por gargantas y por ideas ignorantes.
Javier DePablos, del blog Poesía Transversal.
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