viernes, 28 de septiembre de 2012

EL HOMBRE DEL PALO. Patxi Irurzun para PIE DE FOTO

  Foto: Alvaro García

En esta foto un hombre solo con un palo puede más que toda una multitud armada con pancartas, con consignas y con grandes y nobles ideas. O eso es lo que parece. En realidad ese hombre, llamémoslo así, no está solo armado con un palo, en realidad en la espalda lleva una pistola, y más atrás, eso no se ve, tiene a otros cuantos hombres como él, armados con más palos y con más pistolas, y con botes de humo, y balas de goma, y esos hombres están respaldados por otros hombres y mujeres, llamémoslos así, y es a ellos a quien defienden y quienes les dan las órdenes, y esos hombres y mujeres tienen los escaños y las fábricas –algunas de ellas de pelotas de goma y balas- y al ejército en alerta amarilla y los periódicos y las televisiones en los que al día siguiente aparecerán felicitando al hombre del palo por su trabajo, o fumándose un puro y diciendo que todo lo que está pasando les parece fascinante, no sabemos si se refiere a, por ejemplo, la chica a la que el antidisturbios está golpeando y que al día siguiente se levantará con un latigazo púrpura en la pantorrilla (y que no figurará en el número de heridos) o en el muchacho que ha detenido unos minutos antes, metiéndole los dedos en los ojos, inmovilizándole la cabeza contra el suelo, y que ahora quizás estará cagando en un retrete sin puertas, en una celda, a la vista de todos, humillado, marcado, convertido de repente en un delincuente, un terrorista, un enemigo de su nación… 
El hombre del palo pega por ello con fuerza, con saña, se siente impune y con las espaldas bien guardadas. Pero eso no quiere decir que ese hombre no tenga miedo. El hombre del palo en realidad es un hombre aterrorizado, mucho más que esa multitud que lo mira con cierto estoicismo, llamémoslo así, sin comprender muy bien que está pasando, tal vez descubriendo que hay cosas que no son como les habían contado, por ejemplo que esos policías no están ahí para defenderles a ellos. El hombre del palo tiene mucho más miedo que ellos, por eso tiene ese palo, por eso eligió ese trabajo. Él hombre del palo es un hombre asustado que necesita aferrarse a verdades incuestionables, como las mayorías silenciosas, que necesita creer que está defendiendo a quienes se han quedado en casa, a quienes no arman alborotos, y que no es el momento de armar alborotos sino de remar todos juntos (o si no de irse a Alemania, o hacerse emprendedor), el hombre del palo cree en la democracia, en las urnas, en la Constitución (bueno, todo esto último depende, el hombre del palo cree también en su familia, en su trabajo fijo y en que haya alguien, no importa quién,  que le pague nómina cada fin de mes)… El hombre del palo cree firmemente en su porra y en el que se jodan.  
El hombre del palo, en definitiva, no es un hombre, es un animal adiestrado, y eso —y probablemente todo lo demás—, solo cambiará el día que se plante delante de toda esa multitud a la que tiene que dar leña y punto, se quite el casco y lo arroje al suelo, y arroje también su palo lejos, y se quite el uniforme y se una a todos esos a los que tiene que pegar solo porque está asustado y porque alguien quiere fumarse un puro. Quizás no sirva de nada, porque a continuación vendrá otro hombre con un palo; o quizás sí, quizás lo que necesitamos sean gestos, gestos como esos, un poco teatrales y ridículos, románticos, imágenes como las de camareros crucificados delante de los bares, o la de chavales de quince años pidiendo la placa a quienes le han golpeado, como la de hombres resguardando entre sus brazos a otros hombres golpeados e indefensos mientras gritan ¡vergüenza, vergüenza!, quizás necesitamos que sean los héroes todavía vivos quienes enciendan la llama antes de que sea demasiado tarde y lo hagan los mártires y las víctimas.

Patxi Irurzun

(Hoy he abierto un nuevo blog, en un calentón, no sé si pasará de la fase beta, pero desde hacía unos días notaba que las fotos me hablaban, me contaban historias, ¿es grave, doctor? Veremos en qué queda la cosa)


4 comentarios:

Anna Genovés dijo...

Amigo,
Me dejaste sin palabras. Me gustó mucho, espero el día en el que, algún hombre del palo, se quite el casco y el cinto en el que se insertan arma-esposas-palo, y se una a la masa. Como lo que es, uno más, uno más que siente miedo de lo que pasa.
Estoy contigo. Saludos,
Ann@

Vicente Muñoz Álvarez dijo...

cojonudo, Patxi:

larga vida al blog.

v

El Rincón de Albalate de las Nogueras dijo...

Excelente trabajo. El hombre del palo, en realidad tiene miedo, pero se siente fuerte y prepotente arropado por otros muchos como él hombres del palo, y ese miedo y prepotencia los convierte en peligrosos.
¡Muy buena visión de la realidad!
Ojalá todos los hombres del palo acertasen a ver la realidad y mirasen por sus propios intereses y los de sus hijos, en vez de mirar por los intereses de los que se fuman un puro y aplauden cuando los ven apalizar a los oprimidos.

El Rincón de Albalate de las Nogueras dijo...

Excelente trabajo. El hombre del palo, en realidad tiene miedo, pero se siente fuerte y prepotente arropado por otros muchos como él hombres del palo, y ese miedo y prepotencia los convierte en peligrosos.
¡Muy buena visión de la realidad!
Ojalá todos los hombres del palo acertasen a ver la realidad y mirasen por sus propios intereses y los de sus hijos, en vez de mirar por los intereses de los que se fuman un puro y aplauden cuando los ven apalizar a los oprimidos.