jueves, 27 de septiembre de 2012

OVER THE EDGE by Ricard Millàs.


Si escribir se te hace duro, prueba a golpear el teclado como si te fuera la vida. Lanzando uppercuts a través de la nada enzarzado en una lucha escritor-maquina-de-las-mentiras. Si de verdad quieres esgrimir tu vida en plan escritor, procura que las palabras salgan intactas del interior del saco de los tormentos, como un relámpago iluminando conciencias apagadas por la caja de la verdad efímera. Si necesitas edulcorar tu vida con poemas ilustres cesa en tu empeño de dinamitar el arte con tecnicismos tratando de atrapar libélulas en una piscina de falsa gloria. El mundo simplemente gira para ti, y para nadie más. Así que no lo hagas más complicado y simplemente pronuncia en voz alta todas las palabras que encuentres en tu escenario.

Si no puedes ver nada más que muertos en vida caminando por las calles con las ropas rasgadas y el alma conectada a un módem, pues joder, díselo a la cara. El despertar del hombre no es más que un pensamiento ignífugo por el aliento de los mentirosos, que golpea con los guantes desabrochados en la gran lona de sus vidas renqueantes. Levanta el dedo y señala al ignorante, tiéndele la mano o regálale un libro. Es curioso que a las personas que menos falta les hace que les regalen un libro, terminen siendo beneficiarios del conocimiento. Una y otra vez. Acumulando conceptos y palabras que simplemente riman en la apoplejía de un aspirante a erudito de salón de estar.

Sí, trata de esquivar al fotógrafo de su propia desdicha y lánzate al abismo con los brazos abiertos. Al final del túnel existe alguien que va a tenderte la mano, aunque sólo sea para apretarte el cuello. El ser humano no sabe estar solo, ni tan siquiera cuando va a disfrutar de toda una eternidad para él solito. Y si crees que siempre que comienzas a escribir sobre los que escriben, terminas hablando de la muerte, escúpele a la cara al que diga que lo haces mal, puesto que la falta de buenos poetas y el exceso de poesía sufren en su condición de eterna deidad maléfica. Los malos escritores convertidos en Shiva deambulan por los cafés celebrando la victoria de sus 190 páginas imprimidas en una rotativa con las paredes desconchadas. Los que realmente saben, nunca se dan cuenta de ello.

Si crees que escribir es duro, prueba a golpear el teclado como si te fuera la vida.

Y vuelta a empezar.


Ricard Millàs, del blog Erecciones retráctiles y otras proezas.

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