martes, 13 de septiembre de 2011

CHICA EN RESTAURANTE DE CARRETERA. Jack Kerouac


La chica delante de mí

con jersey verde labios

rojos tirándose con delicados dedos

finos & fríos del cabello & está

explicando (del cabello rígido &

hueco como los peinados

de África) explicándole a

una amiga cuya sonrisa

veo reflejada en el lustroso

espejo detrás de la Caja Registradora

del Restaurante en Jamaica

Ave. 5 de la tarde de

una tarde de octubre, el

joven mostrador, atractivo &

sin afeitar gandulea

luciendo palmito & medio sonriendo

mientras finge estar ocupado con

cuentas en la ventanilla.

Un viejo trabajador griego cansado

con ojos hinchados que pasa

las noches de sábado en baños

turcos de NY

mirando americanos &

maricas en plan de héroe juvenil de

la parte sur de la Segunda Avenida entra

tras el final de la jornada para meterse

una emocionante comilona de Croquetas de Pollo

con Salsa & llehará el

Día de Acc. de Gracias para el enorme

Pavo con guarnición:

triste a vivir, rápido a

comer, temprano a trabajar,

lento a dormir, largo a

morir. Así que ahora la

chica ajena a los viejos

& el dolor tiene el índice

contra la sien

mientras escucha a la otra chica

hablar & por tanto al ir

asintiendo con seriedad se ha

enmarañado toda la piel de la

cuenca del ojo en una máscara

de fea arruga arqueada,

el destino no guarda relación

con el brillo color avellana,

el misterio almendrado de

sus dulces ojos & labios

lamebeso & larga cara

echada de tontería fracaso distorsionada

por posteriores arreglos

de caraenjuta sobre la palma;

en su delicada oreja

comestible una cosilla mate de metal;

sus labios carnosament pintados

& curvados como Cupido &

manchan la taza de café;

la mirada fija en su amiga

fría, atenta, reservada,

fingiendo curiosidad,

¡como que hará la

historia-parodia de este

chismorreo esta noche en

sueños tijereteadores en

sus fragantes sábanas de

muslos! fiuu…


Entre 1952 y 1954 Kerouac anotó, en verso, sus observaciones y pensamientos sobre el arte y la vida durante sus viajes por toda América hasta México, ida y vuelta. Cuando regresó había llenado a mano más de quince libretas de dibujo.

Extraído de http://buenosairespoetry.com


1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, los animales siempre nos están arruinando, y eso es bueno.
Colombo