a mi Madre, posiblemente.
es curioso
verla coser
sola
sin dedal
puntada
tras puntada
con los dedos desnudos.
sin miedo a dañarse.
claro que... las yemas
hubieron
de acariciar
muchas heridas
tiempo atrás.
Gsus Bonilla, de Ovejas Esquiladas, que temblaban de frío. (Bartleby Editores, 2010).
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