Al entrar,
siempre suena el carillón
en esa pequeña librería.
Luego viene el ritual,
el saludo cortés de la librera
cuando paso delante del mostrador
para llegar a la habitación abovedada
del fondo.
Allí hojeo algunos libros.
Es siempre lo mismo,
eso parece.
Después, camino despacio hacia casa
ensimismado
o dichoso si es otoño y llueve
y duermen en el suelo esas hojas muertas
de un color marrón muy triste.
Antonio Javier Fuentes Soria

No hay comentarios:
Publicar un comentario