Hay cuadros que no se cuelgan: se escuchan.
Este no pide silencio, pide atención.
Es una cartografía del desgarro,
una ciudad interior trazada con gritos,
esquinas tachadas, cicatrices verbales y colores que escuecen.
Cada trazo negro es un “no”, un “basta”, un “por qué”.
Cada palabra escrita a mano parece salir de una boca invisible.
Los barrios no son geografía: son historia emocional.
Aquí están Villaverde, Usera, Carabanchel, Zarzaquemada...
dichos no como puntos en un mapa,
sino como heridas que aún no cerraron.
sino como heridas que aún no cerraron.
Y en medio, como un eco:
YA
Ya ocurrió. Ya estamos aquí. Ya no se puede fingir.
Esta obra no busca agradar: busca verdad.
La de quien vive con la tinta bajo la piel y la ciudad a flor de nervio.
La de quien aún quiere transformar la rabia en relato,
y el relato en conciencia.
Juanjo Quiñones

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