lunes, 29 de mayo de 2017

ZONAS LIMÍTROFES por JULIO ROMERO




SI ESPERAS A TOCAR FONDO PARA PEDIR AYUDA, LA INMERSIÓN PUEDE HACERSE ETERNA

Cuando la lógica aplastante de la vida caiga sobre ti, lo primero que escucharás será el chasquido de tu alma. Será como el rodillo que fija las piedras en el camino. No te destroces las manos intentando despegarlas.


SUICIDA

¿No te das cuenta de que todo quedará reducido a recuerdo?

Después mirándome a los ojos hablas del futuro como una elección improbable y se me parte el alma cuando aseguras que ya has vivido todo cuanto deseabas.

Vuelves a llorar y mientras te secas las lágrimas tu cabeza a duras penas soporta la inagotable secuencia de imágenes, palabras y diálogos retenidos por la memoria en ese continuo monólogo introspectivo que ha convertido tu mente en algo oscuro como una tormenta.


EL HIJO QUE DARÁ SENTIDO A MI VIDA SERÁ EL PUNTO DE PARTIDA DE MIS CONTRADICCIONES

Lo intuiste pero te faltaron los cojones necesarios para decir que no.

Durante noches en vela te preguntaste cómo escapar de los convencionalismos que impulsan las veleidades de la ignorancia.

Ahora algo va mal cuando tu único motivo de orgullo es llorar a escondidas.


HAY CIERTAS PREGUNTAS QUE NO SE DEBEN HACER A QUIENES GUARDAMOS SECRETOS

La elocuencia del mentiroso tratando de refutar la lógica mientras la ansiedad recorre su cuerpo.

Aplacando los nervios con los dedos de los pies encogidos y las manos guardadas en los bolsillos.

Dibujando sonrisas perfectas con su cínica maestría mientras surgen las palabras adecuadas.


ZONAS LIMÍTROFES

Un híbrido entre hombre y salvaje permanece desnudo bajo las aspas del ventilador con la mirada perdida en las sombras que giran sobre el suelo.

Largos silencios interrumpidos por gemidos y arrebatos de conciencia de tu madre, tu hermana y tú, que me esperáis inclinadas a cuatro patas, justo al borde de la cama, desde donde nos cruzamos las miradas a través del espejo.

Siempre dispuestos a expandir el nebuloso perímetro de la moral hasta dejarlo sin más frontera que la muerte.


Julio Romero


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