A veces los gritos, el fuego, el dolor haciendo sangre. Y la misma sangre abriéndose camino entre los adoquines, en las calles, o en las terrazas. A veces la rutina se mancha por lo inesperado, o a lo mejor se presentía, pero a mí nunca. Y todo es amargo, una especie de soga al cuello que pesa, te ahoga y miras a la gente que no conoces, pero hoy es diferente, están muertos, tristes, con las palabras atadas en alguna parte de sus conciencias. Todo huele a pólvora, a humo de ciudades devastadas, a llantos ajenos que hieren la piel. Todo es una especie de final sin censuras, con cerrojos, miedos, ruidos metálicos… de pronto, entre el cemento, justo al lado de una alcantarilla, como si la vida se hubiera caído en ese mínimo roto del asfalto, ahí, de un color amarillo ensordecedor, una maldita flor se abre, casi invisible, ajena a todos los que la ignoran.
Sau Dade
1 comentario:
Un momento bajo y extraño.
Un abrazo.
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