Se liquida todo, sombreros, cuchillos, aeropuertos, soldaditos de plomo, la ilusión de los viernes. También la suerte. Se tasan las galletas, los fideos y la esperanza. Hacemos equilibrios al borde de la indigencia, siempre con el alma a la intemperie. Y en estas estamos cuando llega el invierno más feroz de los tiempos, el diluvio de más de cuarenta días. Ya lo advertían, winter is coming.
Camino de puntillas, solapada entre el aguacero, sujetando las ruinas de un sucedáneo de felicidad, tropezando con los pájaros muertos tras el último temporal. Los bolsillos rebosan de batallas perdidas pero estreno dragón impaciente en la sangre y me despreocupo de la voz magullada y de la escarcha en el corazón. Piso los inevitables charcos, empeñada en esquivar la impotencia, balbuceando espejismos. Y no me importa que la humedad se coma la dicción de los sueños, el alfabeto de estrellas y las costuras de mi hogar. Nada fastidia la escenificación de un porvernir con lumbre.
3 comentarios:
Tal cual lo que yo siento.
Un abrazo, amiga.
Tal cual lo que yo siento.
Un abrazo, amiga.
Sinceras reflexiones
Publicar un comentario