Cerré la puerta despacio, sin hacer ruido, avergonzado por haber cometido casi un delito. Me quedé de pie, inmóvil, aguantando la respiración y pensando que nunca más haría algo así. Me cansé de ser el que juzga y observa, el que decide a quién sí y a quién no.
Fin.
Tiré el saco y comencé a quitarme la ropa. Aborrecí el color rojo y dejé todo abandonado en el frío suelo del portal.
Salí desnudo a la calle y comencé a correr.
Decidí desaparecer.
Nunca más.
Aquel día Papa Noel dejó de ser una gran mentira haciéndose así al fin realidad.
Alberto García Salido, del blog No pasa nada, de nuevo.
1 comentario:
Un honor ver mis letras en otra casa.
Tomando una copa con nuevos amigos.
Muchas Gracias.
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