El incombustible poeta Adolfo Marchena nos envía material jugoso y abundante para este Hank Over en el que tiene mesa reservada. Aquí van los dos primeros poemas. Además, mantiene un blog muy recomendable www.lacoctelera.com/marchenaescritor desde el que proyecta una Convocatoria-Antología de Literatura, para los interesados. Salud, Adolfo.
DE PRINCIPIO
Sería preciso decir que
todo tiene –o posee-
un principio,
alfa efervescente,
y eso es, querido lector,
lo que se propone
este embalsamamiento,
esta circunstancia,
la razón por la que
si somos capaces,
deducimos que la única
libertad es la libertad
de la palabra;
omega no concluyente.
Nosotros ya estamos
condenados desde
los albores,
pero no nos alarmemos,
Ecce homo,
verdad Nietzsche,
o acaso también
tuviera razón Ezra,
hace un siglo,
cuando supuso que
esta petrificada Europa
se tambalea.
Esperemos al final.
UNA BALLENA MIRANDO A LOS OJOS DE CELINE
Ando la playa sedentaria ya después de tantas idas y venidas,
no impiden los acantilados el paso a las ideas furtivas que
deriban en mil anclajes que quedasen disueltos por el salitre.
Persigo huellas en la arena, fina arena como labios de entremuslos;
aún mi memoria camufla los últimos restos de tu seda,
caníbal que no escucha el batir de su propia batidora,
como yo en estas sendas que buscan, buscan si tal vez, acaso
fueran tus labios los que van depositando las señales, un encuentro
para dejar de lado el próximo amanecer, las humanidades
invertebradas. No hay mayor éxito que aquel que no se logra
ni mejor batalla que la que se pierde. Dos más dos, un golpe
en pleno mentón, una guadaña poco afilada, tus piernas
sosteniendo el borde de la cama, mis manos sosteniendo
el borde de tus piernas. La playa, esta finísima arena,
como tus poros, más huellas, no detenerse, si te flaquea
el escondite que tan bien reservado ocultas, si el indicador
se te dispara, rojo, todo rojo, y dices no más, aquí me detengo,
estás perdido, la bala te ha alcanzado, la capa oscura sostenida
y la sombra ha hallado nuevo alimento para sus cachorros.
A lo lejos un enorme bulto, apresuro el paso, lo apresuro,
distingo, es una ballena varada, corro, me aproximo,
aún respira, tiene los ojos abiertos, negros, profundidad
de acero, intuyendo, ella sí, el final, mira a Celine,
y yo veo que mira a Celine. Pero no te desesperes como Celine. Qué incierto, verdad, todos sangramos salitre.
Sería preciso decir que
todo tiene –o posee-
un principio,
alfa efervescente,
y eso es, querido lector,
lo que se propone
este embalsamamiento,
esta circunstancia,
la razón por la que
si somos capaces,
deducimos que la única
libertad es la libertad
de la palabra;
omega no concluyente.
Nosotros ya estamos
condenados desde
los albores,
pero no nos alarmemos,
Ecce homo,
verdad Nietzsche,
o acaso también
tuviera razón Ezra,
hace un siglo,
cuando supuso que
esta petrificada Europa
se tambalea.
Esperemos al final.
UNA BALLENA MIRANDO A LOS OJOS DE CELINE
Ando la playa sedentaria ya después de tantas idas y venidas,
no impiden los acantilados el paso a las ideas furtivas que
deriban en mil anclajes que quedasen disueltos por el salitre.
Persigo huellas en la arena, fina arena como labios de entremuslos;
aún mi memoria camufla los últimos restos de tu seda,
caníbal que no escucha el batir de su propia batidora,
como yo en estas sendas que buscan, buscan si tal vez, acaso
fueran tus labios los que van depositando las señales, un encuentro
para dejar de lado el próximo amanecer, las humanidades
invertebradas. No hay mayor éxito que aquel que no se logra
ni mejor batalla que la que se pierde. Dos más dos, un golpe
en pleno mentón, una guadaña poco afilada, tus piernas
sosteniendo el borde de la cama, mis manos sosteniendo
el borde de tus piernas. La playa, esta finísima arena,
como tus poros, más huellas, no detenerse, si te flaquea
el escondite que tan bien reservado ocultas, si el indicador
se te dispara, rojo, todo rojo, y dices no más, aquí me detengo,
estás perdido, la bala te ha alcanzado, la capa oscura sostenida
y la sombra ha hallado nuevo alimento para sus cachorros.
A lo lejos un enorme bulto, apresuro el paso, lo apresuro,
distingo, es una ballena varada, corro, me aproximo,
aún respira, tiene los ojos abiertos, negros, profundidad
de acero, intuyendo, ella sí, el final, mira a Celine,
y yo veo que mira a Celine. Pero no te desesperes como Celine. Qué incierto, verdad, todos sangramos salitre.
1 comentario:
estupendos poemas ambos 2, Adolfo. un saludo.v.
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