Son como un borrón,
una mancha extraña que no encaja en un cuadro,
una especie de broma
que el pintor aburrido de tanta belleza
decide colocar en una esquina del lienzo.
Son unas veinte chabolas
con ruido a la M-30,
niños descalzos persiguiendo ratas
paradójicamente sonriendo,
una mujer gorda desparramándose
en un taburete
y a su lado un anciano
con los pies dentro de un barreño
intentando aplacar la furia de los termómetros
que hoy rondan los 40 grados.
La caravana avanza y van desapareciendo por el espejo retrovisor.
Esa realidad fugazmente mía
va quedando lejos,
cada vez más pequeña,
más difusa, como esa mancha del cuadro.
Mi mente vuelve al coche,
escucho de nuevo la música
y tarareo esa vieja canción.
Atrás quedan ellos
con su realidad,
mirando a la M-30,
un borrón en su único lienzo.
Sara Zapata
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