martes, 26 de marzo de 2013

EL DIRIGIBLE ROJO. Emilio Durán




EL DIRIGIBLE ROJO
(Relato basado en la canción "Supersónica" de Loquillo)


Como cada noche, aquí estoy, mirando por la ventana la noche estrellada. Me siento, enciendo un cigarrillo y dejo volar mi imaginación. Algunas veces, logro escaparme a la azotea del edificio donde vivo, lo suelo hacer cuando las noches son realmente claras y cálidas, y contemplo el paisaje de antenas y estrellas. Aunque con la luz de la ciudad las estrellas estén más bien tapadas. De vez en cuando veo alguna estrella fugaz y pido con todas mis fuerzas dos cosas, a saber: poder ir a un concierto de Buddy Holly y volver a ver a Mónica. Dios, qué bella es.

A veces me tumbo en la azotea, dejo volar mi imaginación y, mirando al cielo, imagino fantásticas carreras de Harleys y Cadillacs interestelares. De hecho, me veo embutido en un traje de cuero negro y una camiseta blanca, con el negro pelo engominado formando un enorme tupé en forma de quilla de barco y, junto a mis colegas, me imagino tomando copas en bares estelares que hay en la cara oculta de la luna. Ah, si pudieseis ir allí lo que os encontraríais sería fascinante. Grupos de chicos y chicas de mi edad tomando copas, escuchando música, hablando de sus problemas y de sus novias y sus cacharros. A veces, me despierta el frío de la madrugada. Otras veces me despierta tu recuerdo, Mónica.

Otras veces acompaño a mis amigos a las carreras de los anillos de Saturno. Son unas carreras algo complejas y muy peligrosas, ya que si te sales de la trazada, te vas al limbo. Ponen sus máquinas a punto y, tras las carreras, solemos ir a tomar algo de planeta en planeta. Mientras volvemos. Les gustan las azuladas venusinas que tienen algo de irreal pero un carácter muy difícil, porque son muy suyas. A otros les gustan las tostadas marcianas que son más cálidas y muy melosas. Pero yo no dejo de pensar en Mónica. Ella es mi chica. Aunque haga mucho tiempo que lo dejamos, siempre serás mi chica.

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