Descorazonadora y real como la vida perra, El luchador (The wrestler, 2008), de Darren Aronofsky, es una impresionante oda al fracaso y a los sueños rotos, el canto de cisne de un perdedor, que rescata de las tinieblas al inefable Mickey Rourke con un papel para la posteridad.
Aronofsky factura un film honesto y sincero, nada sensacionalista, que se gana al espectador mediante la humanidad golpeada del protagonista, Randy The Ram, un luchador de wrestling acabado y roto e incapaz de integrarse en el entorno que le rodea.
Un infarto de miocardio le aleja del cuadrilátero, pero en el exterior no es nada ni nadie y todo lo que intenta hacer para reconciliarse con la sociedad es un estrepitoso fracaso, las relaciones con las mujeres, con su hija, en el trabajo... Hasta que decide, pese a su enfermedad, volver a luchar...
Un papel que parece ideado ex profeso para Rourke, vieja estrella eclipsada, descerebrada y perdida, que brilla en esta película como nunca antes lo había hecho.
Aclamada por la crítica, entrañable y de culto, e imprescindible en cualquier videoteca.
Vicente Muñoz Álvarez
Vicente Muñoz Álvarez
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