Que amaba más las curvas de la botella,
así me lo echó en cara,
que las amaba más que las suyas propias...
y, al parecer, era verdad.
Que amaba más esa dulce pero falsa neblina
que crea el alcohol,
y los garitos ruidosos
y las mojadas barras...
que amaba más todo aquello
me echó en cara.
Y se marchó sola
calle abajo,
tan sola
como cuando estaba
conmigo.
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