La dignidad del hombre
hace equilibrios
sobre un delicado filo
bajo el que dormita
un abismo,
cuanto más estima
su dignidad
más delicado es el filo,
más profundo el abismo,
cualquier leve corriente
puede hacerla quebrar
y caer.
El mundo no admite del hombre
dignidad,
no necesita
del hombre dignidad,
el mundo solo admite
cuanto necesita,
no necesita que el hombre
sea hombre
sino mundo,
dignidad tutelada,
limitada,
prevista,
estrictamente necesaria
para que el hombre
ocupe su lugar.
No hay dignidad
en una vida de trabajo
para lograr
permanecer con vida,
no la hay
por más que sea necesario
que la haya,
no hay dignidad
si el hombre no se ocupa
en ocuparse del hombre,
respetar,
formar,
invitar
al hombre a pensar,
sentir,
a su espíritu
manifestarse,
cada paso
propio,
no hay dignidad
si el mundo no es
lugar para el hombre,
si el hombre no es
lugar para el mundo.
De la suma de hombres
preocupados por el mundo
no resulta
un mundo digno,
de la suma de hombres
preocupados por el hombre
resultará
aun sin pretensión
un mundo digno,
producto
de una suma de dignidades,
quien trata de alzar
la voz de la dignidad
no es escuchado,
el mundo necesita
no escuchar
a pesar de que no es capaz
de erradicar la miseria
pero sí de crearla,
erradicar la injusticia
pero sí de crearla,
la enfermedad y la muerte
innecesarias
pero sí de crearlas,
no es capaz de ver
a un semejante
en su semejante,
de cuidar de sí mismo,
amarse,
confiar.
La sociedad incapaz
de respetar,
formar
a los individuos que la componen
no está legitimada
para juzgarlos,
la sociedad carente de valores
no está legitimada para juzgar
los actos carentes de valores,
la sociedad sin compasión
no está legitimada para juzgar
los actos sin compasión,
la sociedad que no vela
por la vida humana
no está legitimada para juzgar
los actos contra la vida humana,
lo mismo es asesinar
que dejar morir,
la sociedad injusta
no está legitimada para juzgar.
No hay deidad que juzgue a quien juzga,
solo el hombre se juzga a sí mismo,
no hay palabra
por encima de la suya,
no hay conciencia,
duda,
proceso,
conclusión,
no hay responsabilidad
superior,
no es posible la tarea de juzgar
sin haber asumido antes la de formar
una sociedad justa,
individuos que no necesiten
juzgar
ni ser juzgados.
Johnny Ray
en una vida de trabajo
para lograr
permanecer con vida,
no la hay
por más que sea necesario
que la haya,
no hay dignidad
si el hombre no se ocupa
en ocuparse del hombre,
respetar,
formar,
invitar
al hombre a pensar,
sentir,
a su espíritu
manifestarse,
cada paso
propio,
no hay dignidad
si el mundo no es
lugar para el hombre,
si el hombre no es
lugar para el mundo.
De la suma de hombres
preocupados por el mundo
no resulta
un mundo digno,
de la suma de hombres
preocupados por el hombre
resultará
aun sin pretensión
un mundo digno,
producto
de una suma de dignidades,
quien trata de alzar
la voz de la dignidad
no es escuchado,
el mundo necesita
no escuchar
a pesar de que no es capaz
de erradicar la miseria
pero sí de crearla,
erradicar la injusticia
pero sí de crearla,
la enfermedad y la muerte
innecesarias
pero sí de crearlas,
no es capaz de ver
a un semejante
en su semejante,
de cuidar de sí mismo,
amarse,
confiar.
La sociedad incapaz
de respetar,
formar
a los individuos que la componen
no está legitimada
para juzgarlos,
la sociedad carente de valores
no está legitimada para juzgar
los actos carentes de valores,
la sociedad sin compasión
no está legitimada para juzgar
los actos sin compasión,
la sociedad que no vela
por la vida humana
no está legitimada para juzgar
los actos contra la vida humana,
lo mismo es asesinar
que dejar morir,
la sociedad injusta
no está legitimada para juzgar.
No hay deidad que juzgue a quien juzga,
solo el hombre se juzga a sí mismo,
no hay palabra
por encima de la suya,
no hay conciencia,
duda,
proceso,
conclusión,
no hay responsabilidad
superior,
no es posible la tarea de juzgar
sin haber asumido antes la de formar
una sociedad justa,
individuos que no necesiten
juzgar
ni ser juzgados.
Johnny Ray
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