la mujer le muerde los cabellos
C.P.
Los poetas adquieren rutinas curiosas
a lo largo del día, estudian con ahínco
la brevedad del ser y otras maravillas muy útiles,
se portan mal como nosotros
lo habíamos planeado una vez en los baños
del cine.
Algunos incluso sobreviven dictando
sonetos, oh jovial infiernillo, a la obtusa
memoria del magnate del ocio.
Los poetas se aplastan la frente contra lexemas
dorados y no dicen ni mu, pero a veces recuerdan
también que tuvieron en sus labios una clara
proporción de haber sido otros.
Los poetas se hincan cristales en las entrañas
los domingos con poca angostura en tanto,
en la jaula del segundo, el ruiseñor, luscinia
megarhynchos, entona en silencio.
¿No es reconfortante esta impetuosa equidad?
Los poetas orinan en sus manos en sueños.
a lo largo del día, estudian con ahínco
la brevedad del ser y otras maravillas muy útiles,
se portan mal como nosotros
lo habíamos planeado una vez en los baños
del cine.
Algunos incluso sobreviven dictando
sonetos, oh jovial infiernillo, a la obtusa
memoria del magnate del ocio.
Los poetas se aplastan la frente contra lexemas
dorados y no dicen ni mu, pero a veces recuerdan
también que tuvieron en sus labios una clara
proporción de haber sido otros.
Los poetas se hincan cristales en las entrañas
los domingos con poca angostura en tanto,
en la jaula del segundo, el ruiseñor, luscinia
megarhynchos, entona en silencio.
¿No es reconfortante esta impetuosa equidad?
Los poetas orinan en sus manos en sueños.
Luis Miguel Rabanal, de Este cuento se ha acabado. Poesía reunida 2014 -1977 (Renacimiento, 2015)
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