martes, 28 de abril de 2020

PIENSA EN CÓMO ERA TODO ANTES por MARÍA COUCEIRO



Coge un lápiz escribe algo ten un orgasmo haz una tortilla de patata vístete para salir recoge eso píntate los labios hazte la loca cállate un rato cuenta un chiste ten un plan B piensa en cómo era todo antes camina despacio date tiempo piérdelo siente no haber hecho lo contrario vuelve a hacer lo mismo ríete por imbécil diles que todo va a ir bien llora por la calle haz que tienes miedo dale su merecido siéntate a descansar prométele que lo harás quédate donde estás tira la toalla necesitas un café y creer que no es ta grave esto va a salir mal dilo en alto ocupa tu lugar que no tengan que preocuparse lo tienes todo dales que pensar hazles preguntas duda estás como antes empieza otra vez acabarás igual decide cambiar no lo hagas entiérrate delante de todos para saber quién te va a impedir marchar. Suerte.

María Couceiro


lunes, 27 de abril de 2020

UNA HORA ANTES por PEPE PEREZA




La lluvia golpea el cristal de la ventana. Una imagen un tanto afligida que marca el inicio de la mañana. Fernando apura el café que está tomando y enciende un cigarro. Es pronto para hablar con su madre. Esperará unos minutos antes de llamarla por teléfono. Últimamente, la mujer ha estado delicada de salud y le tiene preocupado. Va a la cocina. Con el cigarro en la boca friega la taza que ha usado y la deja en el escurreplatos. El termómetro que está en la terraza marca dos grados. Se pregunta si su madre ha dormido con la calefacción encendida. Seguro que no. Ella y su manía de ahorrar. Mira que se lo tiene dicho: con este tiempo deja encendida la calefacción, pero tiene la cabeza tan dura que no hay quien la haga entrar en razón. Apaga el cigarro en el fregadero, regresa al salón y marca el número de su madre. No contesta nadie.
En el coche, los limpiaparabrisas van de izquierda a derecha apartando la cortina de agua. Mientras conduce hacia el trabajo la salud de su madre no se le va de la cabeza. Hay un miedo constante que le acompaña a lo largo del día. En ocasiones también se despierta sobresaltado en medio de la noche, pensando que ella está sufriendo un derrame cerebral o algo por el estilo. Se la imagina cayendo en mitad del pasillo con espasmos por todo el cuerpo. Después no puede volver a dormir y pasa la noche en vela quebrándose la cabeza con sus miedos. Siempre está pendiente del teléfono y cualquier llamada fuera del horario normal le provoca sudores fríos. Al entrar en la rotonda va más atento a sus pensamientos que al tráfico y está a punto de chocar con el coche que va delante. Por suerte, pisa el freno a tiempo. A esas horas hay demasiado ajetreo y hay que andarse con mil ojos.
Llega a las inmediaciones del Auditórium. Enfila la rampa que lleva a los aparcamientos y se detiene cerca del muelle de carga. Apaga el motor y se dispone a salir, pero se da cuenta de que su coche es el único de la explanada. Consulta la hora. Faltan diez minutos para que sean las nueve. Le extraña que no haya llegado nadie. Normalmente los chicos de carga y descarga ya suelen estar por ahí. Tiene un mal presentimiento. No sería la primera vez que le hacen venir una hora antes. Para asegurarse coge el móvil y llama a su jefe.
-Raúl, ¿a qué hora hemos quedado?
-A las diez.
-Me dijiste a las nueve.
Por lo visto hubo un cambio de horario y se le olvidó avisarle. Raúl se disculpa y le dice que enseguida va para allá. Fernando deja el móvil en el salpicadero y se resigna a esperar. El Auditórium se asienta a la vera del río, aunque desde donde está aparcado no puede ver el caudal. Con las crecidas de los últimos días seguro que es espectacular. Si no lloviera tanto se acercaría a verlo. Enciende un cigarro y conecta la radio. En la primera emisora hay salsa. Nunca le ha gustado esa música. Mueve el dial. Da con una tertulia: Alguien habla de la “Gripe A” y de los estragos que causa entre las personas mayores. Eso le recuerda que tiene que llamar a su madre. Esta vez sí hay respuesta.
-Mamá, ¿qué tal estás hoy?
-Mejor, mucho mejor.
La anciana tiene la voz tomada y habla por la nariz.
-Noto por tu voz que sigues acatarrada.
-Estoy bien. Son estos mocos que no me dejan respirar.
-¿Has tomado las medicinas?
-Sí, con el desayuno.
-¿Seguro?
-Seguro.
-¿Y la calefacción?
-Estoy bien abrigada.
-Pero mamá, ¿qué te tengo dicho?
-Qué pesado eres. Ahora la enciendo.
-¿Lo prometes?
-Que sí…
Continúan hablando, él metido en el papel de hijo responsable y ella soportando sus reprimendas. La mujer lleva toda la vida desviviéndose por él, ahora es el turno de que la cuiden a ella. Y él lo hace con todo cariño del mundo, pero a veces la responsabilidad le viene grande y se agobia. Ahora que sabe que su madre está bien se puede relajar. Enciende otro cigarro. Mira el reloj. Quedan más de cuarenta minutos para que sean las diez. Sale del coche y se cubre la cabeza con la capucha de chaquetón.
Las aguas del río descienden bravas y chocolatadas. Hay zonas desbordadas que han inundado la parte más baja del parque. Al otro lado de la orilla una carretera se extiende paralela al caudal. La riada arrastra algunos troncos. Compara la velocidad de los maderos con los coches que circulaban por la carretera, haciendo apuestas imaginarias por unos y otros. De pronto, algo llama su atención en el rio. De primeras no sabe qué es. Según lo acerca la corriente ve que es el cadáver de un caballo. El animal tiene la tripa hinchada y la fuerza de las aguas le obliga a girar sobre sí mismo, haciéndole levantar las patas al cielo para luego sumergirlas de nuevo. El caballo pasa por delante. Tiene las cuencas de los ojos vacías. La escena le revuelve las tripas. Cree ver un mal augurio en el gesto del cadáver. A pesar de que acaba de hablar con su madre, siente la necesidad de volver a llamarla. Busca el móvil, pero lo ha olvidado en el coche. De nuevo las mismas imágenes que le llevan atormentando durante meses. No pasa nada, se dice, está bien, seguro que ella está bien. A lo lejos, las extremidades de caballo siguen entrando y saliendo de las aguas.
Los chicos de carga y descarga ya han llegado. Fuman guarecidos de la lluvia bajo la marquesina de la puerta principal. Él va al coche, recupera el móvil y llama a su madre.
-Dígame.
-¿Has puesto ya la calefacción?
-No, aún no.
-Pero, mamá.
-Es que no tengo frío…
Vuelven a la misma conversación, de nuevo las frases se repiten y los papeles se invierten. Una vez que ha confirmado que su madre está bien se une al grupo.
Al rato, un coche enfila la rampa del aparcamiento, llega hasta las proximidades del edificio y se detiene junto a ellos. Raúl baja la ventanilla y con el mando a distancia acciona los mecanismos internos de la puerta metálica. Fernando se acerca a su jefe.
-Esta hora la pienso cobrar.
-Por supuesto.
La puerta termina el ascenso y Raúl mete el coche dentro. Tienen por delante un duro día de trabajo. Hay que montar la cámara acústica para una que ofrecerá un concierto por la tarde. Aunque quiere tomárselo con calma, la preocupación por su madre sigue ahí. De nada sirve quebrarse la cabeza, lo que tenga que ser será -se dice mientras entra en la oscuridad del muelle de carga.


Pepe Pereza



sábado, 25 de abril de 2020

CONFESIÓN por CHARLES BUKOWSKI




espero a la muerte
como un gato
que espera para saltar a la
cama

lo siento muchísimo por
mi mujer

verá un
cuerpo
pálido
rígido

lo zarandeará una vez, y
quizá
otra:

"¡Hank!"

pero Hank no
contestará

no es la muerte lo que
me preocupa, sino dejar
a mi mujer con este
montón de
nada.

sin embargo
quiero que
sepa
que todas las noches
que he dormido
a su lado
y hasta la inútiles
discusiones
han sido siempre
algo espléndido

y que ahora puedo
decir
las difíciles
palabras
que siempre tuve miedo de
pronunciar

te
quiero


Charles Bukowski, de Poemas de la última noche en la Tierra (DVD ediciones, 2004)

miércoles, 22 de abril de 2020

REDES TENDIDAS por MÓNICA MANRIQUE DE LARA



Y son tanto en un cuerpo, que las manos bien podrían ser el rostro.
Como una puerta previa a la morada del cansancio, obran constantes, victoriosas o vencidas, desahuciadas o colaborativas. Tocan, sienten, transportan, anhelan y reclaman, disponen y golpean, tiemblan, y van cavando lento en la arena de los días, desgastándose con todo lo que tocan, un continuo diálogo entre dedos, aire, mundo, cinco plumas perladas y abiertas constatando de sí mismas los extremos.
Con los ojos cerrados, confirman presencias, y devuelven luego al sueño lo que asieron, y al reposar pareciera que escuchan, o que callan los hechos, y de tanto que viven y recuerdan, son notarios del alma.
Cada trazo un sentido completo, una firma inconsciente, un sendero en el gesto delineado en el silencio de una danza.
Manos que cuchichean entre sombras, redes tendidas y rendidas al encuentro, manos que piensan sobre aquello que buscan, manos que obvian, que rezan, que olvidan, y manos que se cierran, manos que esconden miseria en sus puños, emisarias de aromas o de temperaturas, manos torpes, febriles o diestras, o manos que amedrentan, manos que buscan y se abren con sangre, y manos que despiertan, manos que sanan, que huyen, que aman, que arrojan leña al fuego y que firman tratados de paz.
Portarán símbolos y ruegos, y habrá algunas que trepen por los acantilados, que resbalen por fin del acero o que labren la lluvia, manos de tierra, de rabia y ternura, manos enfermas de tristeza, veteranas de guerras y de dudas, manos que callan lo que otorgan, manos, rostros, ellas.


Mónica Marique de Lara


martes, 21 de abril de 2020

BLANCANIEVES VIOLADA EN LOS SERVICIOS DEL INSTITUTO RONDILLA por JOSÉ PASTOR GONZÁLEZ



Jane, con 16 años, es sometida, en el hospital psiquiátrico Benito Menni a un tratamiento de electrochoque para curar su mal comportamiento y su mal carácter, a escondidas, escribe, todas las noches, un diario, no quiere perder los recuerdos, no quiere perder los sueños, no quiere perder la rebeldía

Antoni*, 15 años, se mira en el espejo y no le gusta lo que ve, no le gusta su cuerpo, no le gusta su sexo, con la propina de 20 euros semanales que le dan sus padres, compra aldactone 100 mg a un yonqui del barrio y se mira en el espejo y no es feliz

Marina, 16 años, pasó de ser la chica más guapa del instituto, a ser la chica más dura del instituto, ha dejado atrás los juegos, el amor, los estudios, los porros y el kalimotxo, ahora la vida va en serio, ahora es el momento de la benzedrina, el sadomaso, la violencia, el exceso, la heroina y la autodestrucción, antes que sea demasiado tarde

La pequeña Alba tiene un tumor, está con la quimioterapia, los niños del barrio se ríen de ella porque se ha quedado calva, los niños del cole no se quieren juntar con ella, sentarse cerca de ella. Alba ya no tiene lágrimas, Alba ya no tiene amigas, Alba ya no tiene ganas de seguir luchando, pero no se lo dice a nadie

Eva, 18 años, cuando va puesta de alita de ángel, es la reina de la noche, la reina de la fiesta, la más divertida, la más juguetona, la más salvaje, pero si se queda sin coca es una perra, la más perra y se deja magrear por una raya o la chupa por medio gramo, ya no no no no hay aplausos, ya no no no no hay risas, ya no no no hay diversión

Sonia, 16 años, se marca los brazos con cuchillas de afeitar, se corta hasta que la sangre huele, se raja para olvidar un amor, para olvidar que ya no la quieren, para olvidar el dolor

A Patricia, siete años, dios la ama y ella ama a dios, reza cuando sus padres discuten, reza cuando sus padres se emborrachan, reza cuando sus padres se marchan de fiesta y se queda sola en casa y reza, reza cuando se mea en la cama, reza pero dios no la escucha


José Pastor González


lunes, 20 de abril de 2020

AVIARIO: Gsús Bonilla.




Bienvenidos a la soledad de las calles, al silencio en la plaza y al desamparo de las avenidas. Ya están aquí las aves de paso, los pájaros blancos, con sus rituales de música y las acrobacias. Volatileros, malabaristas, tragafuegos y comesables. El hombre deforme y la mujer maravilla. Ya están aquí, la nómada y el itinerante, libres, individuales, absolutos.

*

Nombra al señor que hace colores con un útil de labranza, a la anciana que espuma un huevo de codorniz, al muchacho de las gárgaras dulces, a la adolescente recién parida... a las criaturas que no fueron, no son, ni serán. Nómbrales en voz alta, alude a sus nombres propios, a las palabras que les señalan como individuos vivos. Nómbrales incluso antes, mucho antes, que las tropas de la multitud y los signos gráficos, antes que los ejércitos de las abreviaturas, las cifras y el dato. Hacedlo mucho antes que aquellos que se expresan numéricamente.

*

En el silencio de sus gargantas enormes se verbaliza la profundidad de los pozos, pero el oído atrofiado de la muchedumbre sólo conserva el eco negro de los televisores. Mientras las palabras se deslizan sobre troncos y escombros, los que no tienen nombre, los sin emblemas, los sin medalla ni honores, los nunca aplaudidos, se erigen en las estadísticas, en los acontecimientos. Son el titánico esfuerzo de la muerte anónima y el monumento humilde a la realidad.

*

Brille para ti la luz que no tiene fin, el ángulo muerto de los retrovisores, el aceite quemado en el pabilo de los candiles, la llama en la hoguera, la combustión que se eleva de los cuerpos que arden, el poderío de las antorchas, la punta de mi cigarro mientras lloro tu muerte. Resplandezca para ti la luciérnaga de la eternidad y el destello de mi corazón ausente, en el destino primero, de tu último viaje.


Gsús Bonilla, de Aviario


sábado, 18 de abril de 2020

MARGINALES: Prólogo.



La versión del libro que el lector tiene ahora en sus manos es fruto de un largo proceso de reescritura que, en lo que a mí respecta, requiere una somera explicación.

Muchos de los relatos que lo integran datan del verano de 1991, momento a partir del cual fueron cobrando cuerpo y vida para una primera edición titulada Monstruos y prodigios, galardonada en el Certamen Letras Jóvenes de Castilla y León y publicada por la Junta, con ilustraciones de Joaquín Herrero Goas, en 1995.

Se trató, no obstante, de una versión reducida (reeditada en 2007 por Amargord Ediciones en formato de bolsillo) y ajustada en cuanto a extensión a las bases de aquel Certamen, que dejaba fuera gran parte de los relatos del libro tal y como al principio había sido concebido.

Una versión más completa del mismo, titulada El pueblo oscuro, se publicó en 1996 en la editorial barcelonesa Las palabras del pararrayos. Con una tirada de 200 ejemplares, el libro se agotó al poco de haber salido y se convirtió en prácticamente inencontrable.

En cualquier caso, no me satisfizo del todo en su día aquella versión, cargada de erratas tipográficas y no lo suficientemente pulida ni revisada.

A partir de entonces, algunos relatos del libro fueron incluidos en diversas antologías y revistas especializadas, quedando pendiente esa labor de reescritura que casi desde su publicación yo mismo me había propuesto.

Fue en el verano de 2005 cuando decidí finalmente volver a abordarlo. El escritor David Mardaras estaba gestionando por aquel entonces un interesante proyecto editorial (Letra Records) y me pidió un libro de relatos. Con ese pretexto me animé a reescribir desde la primera línea El pueblo oscuro, obteniendo, tras varias semanas de trabajo (durante un verano caluroso como pocos recuerdo), una versión bastante distinta a la original: los más de diez años transcurridos desde su gestación, el bagaje de experiencias y lecturas acumulado desde entonces, y mi propia evolución personal, cristalizaron en el presente libro, que poco tiene que ver, creo, con cualquier versión anterior. Además del propio título, modifiqué en gran parte el estilo de la primera edición, amplié el número de relatos hasta un total de cincuenta, corregí todas las erratas e imprecisiones de la misma y, muy especialmente, adapté (en la medida de lo posible) el lenguaje y el tono del texto a mi sensibilidad presente.

El libro, titulado definitivamente Marginales, permaneció no obstante durante más de dos años en mi cajón de inéditos, al no salir adelante la colección para la que en principio había sido reescrito, hasta que fue publicado, con ilustraciones de Mik Baro, por la editorial leonesa Eje Ediciones (posteriormente Eolas) en el año 2008.

Esta misma versión fue reeditada por Excodra Editorial en 2015, en castellano y en italiano (con traducción de Guido Micheli), y es también (sin las ilustraciones de Mik Baro, en este caso, y con algunos retoques añadidos) la que vuelve a reeditar hoy LcLibros.

En ella el lector encontrará ecos de voces para mí muy queridas: Ramos Sucre, J.K. Huysmans, H.P. Lovecratf y Norberto Luis Romero, a los que está dedicado, y Baudelaire, Rimbaud, Nerval, Poe, Paré, Machen, Blackwood, Dunsany, Yeats o Lautreamont, así como (cambiando radicalmente de registro y extremo) del cine independiente y gore, la psicodelia y el rock, el cómic, la prensa underground, la televisión y otras disciplinas tachadas como cultura pop(ular) o basura, que han sido para mi evolución personal igualmente determinantes.

En cualquier caso Marginales, tanto por su estilo como por su proceso de reelaboración continua, puede considerarse una rareza en mi bibliografía. Para empezar, el único libro de ficción pura (o eso quiero creer: no dejo de reconocerme una y otra vez en estas criaturas) que he publicado hasta el momento, siendo el resto de corte realista y autobiográfico. Pero sobre todo, y muy especialmente, por el tono decadente y onírico que le caracteriza, que nunca he vuelto a utilizar del mismo modo en mis libros. Un tono con el que he pretendido rendir un homenaje a algunos de mis maestros de juventud y a todo el acervo de alta y baja cultura que desde niño he ido devorando y asimilando en mi forma de entender la escritura.

Sólo espero ahora que las siguientes páginas sean de vuestro agrado y os inquiete tanto leerlas como me inquietó en su día a mí escribirlas.


Vicente Muñoz Álvarez,
de Marginales
(LcLibros, 2020)



miércoles, 15 de abril de 2020

BLANCANIEVES por SONIA SAN ROMÁN




Me sorprende que todos os empeñéis
en ser mis madrastras,
mis enanitos,
mis espejitos mágicos,
mis manzanas venenosas.

Soy la Blancanieves negra
inmune a vuestro cianuro,
que escupe
a esos príncipes perfectos
plastificados y púberes.

Soy la Blancanieves
menstruante,
la princesita preñada,
la impúdica y casquivana
Blancanieves de taberna.

La niña despierta,
mientras se hace la dormida.

La Blancanieves
de látigo húngaro,
de katana japonesa
y de puño americano.
La Blancanieves con metralleta.

La princesa de la voz agria,
la de los gritos duros,
la de la cerveza amarga.

Blancanieves sin madrastra,
sin príncipe,
sin enanos.


Sonia San Román, de 23 Pandoras: Poesía Alternativa Española (Baile del Sol, 2009).


martes, 14 de abril de 2020

BLACK MIRROR por RAMÓN GUERRERO




Veloz
Quimérico.
Lo inabarcable de la alquimia
que permitió el salto del muro
y estar entre los elegidos,
entre los perversos.
El calor que nos hizo andar desnudos
a todas horas
follar con los cinco sentidos
sobre la tierra fría de los muertos vivientes.
Paris 68
Woodstock 69
Legalización 77,
Constitución 78.
Caímos en la red
y en el origen
la hermosa revolución,
el mejor de los conciertos
la mitología
otorgada al espejo roto y negro
el zapato que conocía mil caminos
en la memoria del hastío
de veintiún siglos que estallaron
en mis pulmones
viejas espinas buscando oxígeno
una conducta que inspirara miedo.
Octubre del 17
semillas naciendo de la sangre.
Mi cuerpo huyendo
como si no existieras
alocado hacia un destino inevitable.

Ramón Guerrero


lunes, 13 de abril de 2020

UN POEMA de JOSÉ MALVÍS



Café solo y zumo de naranja en mi terraza.
Me siento observado.
A todo el mundo le pasa algo en estos momentos.
No todo el mundo habla de ello.
Los pasos de peatones son el espejo
de la brutalidad
aunque intento fijarme, sobre todo
en los contenedores de reciclaje.
No es no
pero el pasado es imborrable.
Hay un pájaro cantando
y las raíces nunca contemplan el daño.
Hemos mezclado muchas cosas
con el miedo
hemos cantado
pero hay que reescribir la historia
y cada uno tenemos a mano
ingredientes de luz o sombra.
Yo ya no imagino nada
ahora me limito a observar
con un café
solo
y zumo de naranja.

José Malvís

miércoles, 8 de abril de 2020

FOCUS por ALEXANDER DRAKE



Parece que se ha mitificado en exceso la asociación entre alcoholismo y literatura. Es verdad que algunos de los grandes escritores del pasado eran unos jodidos borrachos; sí, es cierto. Pero su adicción al alcohol no hizo que su forma de escribir fuera mejor. Sólo consiguieron pasarse media vida dando tumbos y con resaca y morir varios años antes de lo que les tocaba. Lo digo porque hay gente muy impresionable y muy poco crítica con respecto a sus supuestos “héroes”. Algunos leen las biografías de sus autores favoritos y cómo éstos acostumbraban a vivir y escribir y tratan de seguir su ejemplo creyendo que de esta manera llegarán al mismo punto de inspiración. Conocí a un tipo que decidió empezar a escribir de pie porque había oído que era así como lo hacía Hemingway. El resultado al cabo de unos meses fue el de piernas cansadas y principio de varices; y por supuesto su escritura no se vio recompensada. Otro se gastó más de 2.000 euros en insonorizar con corcho toda su habitación porque había leído que Proust hizo lo mismo para aislarse de cualquier posible ruido. Lo único que consiguió fue empequeñecer aún más su triste alcoba y sentirse como un demente en la celda de un manicomio con paredes acolchadas. Luego están algunos autores consagrados, aún vivos, que recomiendan encarecidamente a los jóvenes escritores leer y estudiar a los clásicos literarios como si aquélla fuera una fórmula infalible para alcanzar la iluminación. Pero ese consejo en realidad resultaba tan estúpido como recomendar a una nueva banda de death metal que escuchase a Mozart para aprender cómo debían tocar. ¿Os imagináis a alguien hoy en día escribiendo como Cervantes? Sería realmente insoportable. Algo de lo más ridículo. Hay un viejo proverbio chino que dice: “Cuando el filósofo señala la Luna, el necio se fija en el dedo”. En realidad, todo se trata de un problema de enfoque. 

Alexander Drake,
de Ignominia (Libros Indie, 2020)


martes, 7 de abril de 2020

PECERA DE SILENCIOS por MARA DRES




Mi gata se anuda con su propio cuerpo
y un pájaro canta
a las cinco de la madrugada,
en el jardín del vecino
crecen las hierbas histéricas,
los zapatos se quejan
de que no se gastan sus suelas,
el viento no tiene sonido
y todos los árboles armonizan
el silencio perfecto.
La metáfora ha cambiado de canal
a su suerte,
escuchas como cambian los sonidos
en las calles,
te crecen las uñas y el cabello.
Los espejos se han parado y ya
no devuelven rostros.
Un vecino silencioso ha roto un plato.
Un calambre me ha recorrido el cuerpo
esta madrugada
- en el primero lo han escuchado-
Las figuras de papel vuelan por las calles envueltas en basura,
los gatos transitan por el camino majestuosos,
una luciérnaga ilumina el barrio.
La marioneta echa un pulso con la caja
y saca un grito de su garganta,
desesperada.
Duerme el verde tras la tarde y los reflejos.
Tras los cristales, las sombras cotidianas,
miran a sus hijos con desidia.
El viento habla
y la calle...
calla.


Mara Dres

https://www.facebook.com/mara.dres.3

lunes, 6 de abril de 2020

SELFIES DE UN HOMBRE INVISIBLE: Joaquín Piqueras.




GLORY HOLE

“Un agujero, una pared que tiembla”
Alejandra Pizarnik


Puede que no lo creas,
pero escribí estos versos para ti
antes de conocerte.
Es cierto que han ido
llenando el vacío
de buzones anónimos,
mas no han hallado su verdadero
significado hasta encontrarte
y saber de sus frecuentes orgasmos
tras la soledad de esta pared.


LA DEUDA HIPOTECARIA DE VILLON AMORTIZADA POR LOS MUCHOS ESCRITORES HIPOXIFÍLICOS QUE EN EL MUNDO HAN SIDO.

“Su pantalón seguía formando en la entrepierna un bulto irrisorio.”
Boris Vian

“…todos los ahorcados mueren empalmados.”

Miguel Costas (Siniestro Total)

“Estragon: ¿Qué tal si nos colgamos?
Vladimir: Hmm. Eso nos daría una erección.”

Samuel Beckett

Dichoso el poeta que hace de su muerte
el mejor poema.
Más allá de rítmicas y prosodias, y de estériles retóricas,
está el gesto último de Pavese, no escribir más,
porque del paso del cadáver diario al ser muerto
sólo hay un instante
y ese instante hay que vivirlo en toda su plenitud
como lo que es:
una burla literaria al no ser.
Lo decía Panero, prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema
.
Basta, pues, de palabras y pasemos a los hechos,
hagamos ese quiebro
que quería Nerval, y hagámoslo sin aspavientos,
con el sombrero puesto,
sin sentir la cobarde humillación
de sustraernos a la elección de nuestro destino.
Eso es. Elijamos nuestro destino.
Hay mil maneras de hacerlo: triunfan los envenenamientos
en sus múltiples modalidades, el pistoletazo, el salto al vacío,
la asfixia voluntaria…; pero, de todas ellas, ninguna más placentera
que la garra piadosa de una soga.
Villon no eligió su muerte, Shepard tampoco,
pero ambos sabían de la danza del ahorcado.
Dansent, dansent les paladins,
les maigres paladins du diable.

Mengjia, Esenin, Marina Tsvataeva,
Tor Jonssón, Jens Bjorneboe, Nicolás Arnero,
José Ignacio Fuentes, Wenceslao Rodríguez,
Nerval, Ian Curtis, David Foster Wallace…,
son nuestros modelos,
todos balanceándose, desafiando la gravedad de la vida,
mostrando la fuerza de sus erecciones post mortem,
aprendiendo en el extremo de la cuerda
sobre sus cuellos
lo que el culo de la literatura pesa.

Joaquín Piqueras, de Selfies de un hombre invisible (Canalla Ediciones, 2020)


viernes, 3 de abril de 2020

TODO LO QUE SE QUEDÓ FUERA DEL VOYAGER I por JULIA ROIG



El cinco de septiembre de mil novecientos setenta y siete yo tenía diecisiete meses y dos días cuando se lanzaba una sonda espacial de setecientos veintidós kilogramos desde Cabo Cañaveral a explorar el espacio interestelar. Lo que más me atrae de ese episodio de la historia espacial, no es ya lo que nos ha podido mostrar el Voyager I, que así se llama, sino lo que iba y va en el corazón de esa sonda. Esa botella y su mensaje dentro del océano cósmico, tal y como la han descrito, alberga saludos en cincuenta y seis idiomas, además de una sección de sonidos de la tierra que incluyen desde un volcán, la lluvia, un pozo de lodo (¡), latidos, risa, fuego, un perro manso, el aserrado, la sirena de un barco, un caballo, un tren y un beso entre otros. A toda esa poesía le quedan unos diecisiete mil setecientos dos años para salir de la Nube de Oort, en la que entrará dentro de unos trescientos años…. /La próxima vez que te diga que te abrazo inmenso, no quiero que olvides lo que pretendo describir al decir inmenso y menos aun lo que abarca un te amo infinito, simplemente piensa en el Voyager I/

Fue a Carl Sagan a quién encargaron ese listado de elementos definitorios de la humanidad para enviar al espacio exterior en un intento de explicar quiénes somos y en ese equipo se hallaba una jovencísima Ann Druyan. Cuentan que Sagan y Druyan estaban enamoradísimos. A la audaz científica se le ocurrió grabar sus ondas cerebrales por si una avanzadísima civilización tecnológica llegara algún día a descifrarlas. Dicen que Druyan colocó su cabeza y su corazón enamorado en la Voyager.

Ciento dieciséis imágenes también viajan en esos discos de oro que acompañan al Voyager. Desde la hojas de un árbol, una madre amamantando, dunas de arena, el ADN, un supermercado, Mercurio, Júpiter, la página de un libro, un cuarteto de cuerda, el Taj Mahal, la demostración de lamer, comer, beber, velocistas, una cosecha de algodón, el río Snake y la Cordillera Teton, interior de una casa con un artista y fuego….a priori una selección muy random, después mientras las miras te sumerges en una especie de nana del tiempo y te llenas de paz y algo más que de momento soy incapaz de definir.

Todo ello con su banda sonora que va desde sonidos aborígenes, folklore mexicano, jazz, ópera….incluso Chuck Berry y su Johnny be good rasgando la eterna noche cósmica.

Sin dejar de lado el lema motivacional en latín que se envió en código morse: Per aspera ad astra, que significaría a través del esfuerzo, el triunfo, o por el sendero áspero, a las estrellas, que nos lleva a Séneca y su Non est ad astra mollis e terris via, No hay camino fácil a las estrellas.

A mí toda esta sobredosis de información me fascina. Algo así como un selfie de la humanidad, del mundo conocido en mil novecientos setenta y siete. Un curriculum vitae para el más allá, gustos, aptitudes, conocimientos…

Y sin querer.... imaginar que ese Voyager I está enterrado en un lugar inaccesible de nuestro propio planeta, y en ese pensamiento me pierdo y empiezo a hiperventilar a lo Augusto Monterroso…


Julia Roig,
del blog Miss Desastres Naturales