lunes, 27 de enero de 2020

TODOS MIS DEMONIOS por SAMUEL BRESSÓN




Debussy me despierta de madrugada. Está tocando al piano el Arabesque nº 1 y enciendo un cigarrillo. Mi amor duerme a mi lado un sueño inquieto por demonios de otros tiempos. La vida se encarga de ocupar cada tramo de nuestra existencia con algún demonio. Mi amor hace movimientos abruptos durmiendo un sueño que trata de huir de sí mismo. Abro una lata de cerveza. Miro por la ventana hacia la calle limpia de vida humana. Cuando el ser humano se quita de enmedio me siento menos expuesto, más protegido. Todos mis demonios son hijos del ser humano. Casi todos mis ángeles son hijos de la soledad. Debussy garabatea en mi mente notas de brisa y susurro. La noche fresca, clara, me abriga. La cerveza me abriga. El silencio me abriga. Mi amor emite un quejido profundo y sostenido; proveniente de un dolor que, probablemente, en su vida consciente ya no existe. La abrazo, la beso en la mejilla; se abraza a mí fuertemente tratando de huir del lugar al que no ha deseado ir. En el que no desea permanecer. A medida que la edad me alcanza sostengo incertezas que no necesito descifrar. Todos los rugidos provienen de la misma jauría. Toda la miseria de espíritu reposa en la misma víscera. Toda la mediocridad. Toda la arrogante sumisión. Me deshago del abrazo de mi amor que duerme ahora un sueño plácido. Apuro mi cerveza y abro otra. Escribo esto. El rugido nocturno, libre del hombre, palpita dentro de todo lo que he conseguido, por fin, comprender que soy.

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