una gran mentira;
los hombres, serpientes con sotana
cuyo alimento es la fe de los corderos;
el amor es vuestro hábito.
En su nombre, proclamáis vuestro veneno,
pero no hay verdad en el corazón de los hombres,
tan sólo podredumbre e interés vano.
Me uno vosotros, reptiles. Desde hoy,
comeré moscas e insectos;
bífida será la lengua que, escondida entre mis dientes,
terminará devorando toda la mierda en que reptáis.
El alimento que hoy me estáis robando,
lo repartiré entre las ratas
algún día.
*
Madre, se ha quebrado la luna.
Subió la marea durante la noche, madre,
y el oleaje se llevó ciudades enteras
entre sus fauces.
Y con ellas, a sus gentes, madre.
Madre, se ha quebrado la luna.
Subió la marea durante la noche, madre,
y el oleaje se llevó ciudades enteras
entre sus fauces.
Y con ellas, a sus gentes, madre.
Sólo hay desolación en las orillas.
Los bosques se llenaron de escombro y cadáveres.
Cuelgan, suspendidos unos,
en el acero retorcido de antiguos edificios;
otros, esparcidos están por las laderas del monte,
entre el lodo y la sangre que va dejando a su paso
la barbarie animal.
Los niños muertos
son pasto ahora de lobos y hienas.
Los buitres devoran las sobras
de carne humana que dejan las alimañas hambrientas.
Estoy sola, madre, entre la carroña.
Y tengo hambre.
*
Los bosques se llenaron de escombro y cadáveres.
Cuelgan, suspendidos unos,
en el acero retorcido de antiguos edificios;
otros, esparcidos están por las laderas del monte,
entre el lodo y la sangre que va dejando a su paso
la barbarie animal.
Los niños muertos
son pasto ahora de lobos y hienas.
Los buitres devoran las sobras
de carne humana que dejan las alimañas hambrientas.
Estoy sola, madre, entre la carroña.
Y tengo hambre.
*
Veinticuatro horas
con sus manos tatuadas en mis nalgas.
Veinticuatro horas de esclavitud
encadenada a los tejados de la costumbre,
morando en esta crisálida donde soy
gusano sin forma ni medida,
un producto, una cosa,
moneda de cambio para satisfacer
un mercado de ida y vuelta de hombres, como yo,
sumidos en la desesperanza.
Sin embargo, yo
les sirvo a ellos,
espectros sin luz que sirven el interés de otros
a los que dicen que pertenezco.
Quizá sea verdad —pues libertad no tengo—
que soy de aquéllos que me compraron
por un puñado de sueños que nunca se cumplieron
y que hoy
sé que jamás se cumplirán.
Seré de ellos, seré de todos. Seré
brizna de hierba que se mueve a razón del viento.
Seré lo que quieran que sea, pero puta...
puta no.
con sus manos tatuadas en mis nalgas.
Veinticuatro horas de esclavitud
encadenada a los tejados de la costumbre,
morando en esta crisálida donde soy
gusano sin forma ni medida,
un producto, una cosa,
moneda de cambio para satisfacer
un mercado de ida y vuelta de hombres, como yo,
sumidos en la desesperanza.
Sin embargo, yo
les sirvo a ellos,
espectros sin luz que sirven el interés de otros
a los que dicen que pertenezco.
Quizá sea verdad —pues libertad no tengo—
que soy de aquéllos que me compraron
por un puñado de sueños que nunca se cumplieron
y que hoy
sé que jamás se cumplirán.
Seré de ellos, seré de todos. Seré
brizna de hierba que se mueve a razón del viento.
Seré lo que quieran que sea, pero puta...
puta no.
Puri Sánchez, de Ayeres en la estafeta (PiEdiciones, 2016).
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