Me ha gustado mucho la última novela de Mario Crespo: Biblioteca Nacional. Con ella se postula como lo que ya sabíamos quienes le leemos desde sus inicios: uno de los mejores novelistas de este país. Maneja como nadie la estructura, se mueve muy bien en las tramas, es conciso, no le sobra ni una coma, sabe lo que quiere decir y lo hace con una maestría que hará época. Tiene muchos recursos y por ello no abusa de ellos, sabe dosificarlos. Posee la pericia de los grandes cuentistas que con una pincelada abren un mundo. Le bastan, por ejemplo, un par de frases para desarrollar una escena de gran erotismo que es determinante en la novela.
No voy a contar de qué va la novela, simplemente decir desde aquí que admiro a la niebla de la Biblioteca Nacional, la que te lleva a investigar en lo más profundo para descubrir, en un cruce de caminos entre la vida y la muerte, la fuerza que equilibra a los contrarios... en ese laberinto donde pululan personajes necesarios en la mitología y entre los que destacamos al censor, al diablo que tienta, ese que siempre ha de estar en este juego de espejos que es la vida, de la que hablamos y creemos la única, pues es el Amo de los cruces de senderos... y hasta una Ariadna que tira de su hilo y entra en el laberinto para rescatar al personaje.
Diálogo frente al espejo con esa parte que creemos enferma por imposición cultural... y conciliación con la parte racional, la que está arriba, en un pedestal. En sus páginas aparecen diferentes personajes de la cultura, también del deporte: Vila-Matas, David gonzález, José Ángel Barrueco, Vicente Muñoz Álvarez, Guardiola, Fernando Martín...
Novela de la frontera entre la luz y la oscuridad, el terreno de la Cámara de Niebla del escritor Alfonso Xen Rabanal, que también aparece mentado en Biblioteca Nacional, ese cruce de caminos entre la vida y la muerte en donde los contrarios intercambian sus papepes y que es generador de energía, la que transforma desde dentro, si nos adentramos en los precipicios de nuestro vacío interior, nos escurrimos entre las líneas punteadas del dibujo que te marca la sociedad, ese que genera monstruos, miedos, y hace de la vida, si lo rellenas como te marcan, un aburrido paseo entre espejismos.
Guiños cuánticos en la frontera donde, pese a quien le pese, no existe el azar. Y ser onda o partícula depende del momento de la observación... Pero en este juego, el de la vida, cuando nos miramos al espejo, somos uno con nuestra sombra, nos guste o no, vayamos de onda o partícula solipsista... y podemos huir de la verdad al intentar obviarla bajo máscaras que sólo decoran... o podemos intentar atravesar el espejo, virtual o no, y reunirnos con nuestra sombra y luchar contra ella o conciliarnos, asumirnos... para ello siempre existe un ángel oscuro que nos ayuda en el camino... sólo en este último caso se puede crear... sólo así se puede escribir Biblioteca Nacional.
Se agradece leer a Mario Crespo. Y se agradece porque él sabe leer.
Adentraos, pues, en las catacumbas de la Biblioteca Nacional. Tenéis la mejor guía en vuestras manos. Os recomiendo que os pertrechéis con un martillo de geólogo.
Hasta aquí.
Biblioteca Nacional, Mario Crespo en Eutelequia
Alfonso Xen Rabanal, de Crónicas para decorar un vacío.
No voy a contar de qué va la novela, simplemente decir desde aquí que admiro a la niebla de la Biblioteca Nacional, la que te lleva a investigar en lo más profundo para descubrir, en un cruce de caminos entre la vida y la muerte, la fuerza que equilibra a los contrarios... en ese laberinto donde pululan personajes necesarios en la mitología y entre los que destacamos al censor, al diablo que tienta, ese que siempre ha de estar en este juego de espejos que es la vida, de la que hablamos y creemos la única, pues es el Amo de los cruces de senderos... y hasta una Ariadna que tira de su hilo y entra en el laberinto para rescatar al personaje.
Diálogo frente al espejo con esa parte que creemos enferma por imposición cultural... y conciliación con la parte racional, la que está arriba, en un pedestal. En sus páginas aparecen diferentes personajes de la cultura, también del deporte: Vila-Matas, David gonzález, José Ángel Barrueco, Vicente Muñoz Álvarez, Guardiola, Fernando Martín...
Novela de la frontera entre la luz y la oscuridad, el terreno de la Cámara de Niebla del escritor Alfonso Xen Rabanal, que también aparece mentado en Biblioteca Nacional, ese cruce de caminos entre la vida y la muerte en donde los contrarios intercambian sus papepes y que es generador de energía, la que transforma desde dentro, si nos adentramos en los precipicios de nuestro vacío interior, nos escurrimos entre las líneas punteadas del dibujo que te marca la sociedad, ese que genera monstruos, miedos, y hace de la vida, si lo rellenas como te marcan, un aburrido paseo entre espejismos.
Guiños cuánticos en la frontera donde, pese a quien le pese, no existe el azar. Y ser onda o partícula depende del momento de la observación... Pero en este juego, el de la vida, cuando nos miramos al espejo, somos uno con nuestra sombra, nos guste o no, vayamos de onda o partícula solipsista... y podemos huir de la verdad al intentar obviarla bajo máscaras que sólo decoran... o podemos intentar atravesar el espejo, virtual o no, y reunirnos con nuestra sombra y luchar contra ella o conciliarnos, asumirnos... para ello siempre existe un ángel oscuro que nos ayuda en el camino... sólo en este último caso se puede crear... sólo así se puede escribir Biblioteca Nacional.
Se agradece leer a Mario Crespo. Y se agradece porque él sabe leer.
Adentraos, pues, en las catacumbas de la Biblioteca Nacional. Tenéis la mejor guía en vuestras manos. Os recomiendo que os pertrechéis con un martillo de geólogo.
Hasta aquí.
Biblioteca Nacional, Mario Crespo en Eutelequia
Alfonso Xen Rabanal, de Crónicas para decorar un vacío.
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