Nadie dijo que fuera fácil. Nadie dijo en ningún momento que lo íbamos a conseguir todo en esta vida, que nuestros sueños se iban a hacer realidad. Nadie nos dijo que estaríamos siempre juntos, que viajaríamos a países exóticos, que sería Felicidad el nombre de nuestros hijos. Pero lo creímos. Nadie nos prometió nada, no había mentira alguna que creerse, pero la inventamos. Egoístamente siempre pensamos que nos merecemos más que el resto simplemente por el hecho de ser nosotros. Somos buscadores de oro, convencidos siempre de encontrar la gran veta. Veta que nunca aparece pero que seguimos buscando.
Raúl García,
de Hace tanto frío en Alaska
(Eclipsados, 2005)

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