El gótico americano está plagado de personajes oximorónicos que tanto podrían pasar por héroes o monstruos dependiendo de si sus fechorías son descubiertas a tiempo. Esta circunstancia, que también incluye a varios supuestos "padres de la patria" y a un sinfín de personajes ilustres, muestra ribetes extremadamente sórdidos en casos concretos:
El de Joseph D. Ball, más conocido como EL ASESINO DE LOS CAIMANES ha pasado a la crónica negra usa como uno de los más macabros. Decía Tom Waits: "EL DIABLO NO ES MÁS QUE DIOS CUANDO ESTÁ BORRACHO", y esta frase entronca perfectamente con el carácter vesánico y furioso de Ball.
Nacido en el seno de una familia próspera, rica y dedicada a la manufactura de algodón, con miembros emergentes dentro de la sociedad de San Antonio de Texas. Sin embargo, esta ortodoxia social no arraiga en el joven Joe, que muestra aromas taciturnos y un talante refractario a las costumbres de su familia y que pronto se decantará por la practica del deporte nacional norteamericano: el uso excesivo y fanático de armas de fuego. Muchas horas de ejercicio, le convertirán en todo un experto que, más temprano que tarde, se alista como voluntario para servir a su patria en la Primera Guerra Mundial. Licenciado con honores, convertido en un "local hero" y siendo admirado por ello, no obstaste que, Joe no logre compaginar sus impulsos-potenciados con el conflicto bélico-con el costumbrismo civil de su pueblo natal.
Comienza aquí la escalada etílica de Joe que igualmente se verá rentabilizada, ya que se convierte en todo un 'outsider 'infractor de la "ley seca" que acababa de ser proclamada. Son años intensos en los cuales se reinventa como todo un aventurero buscavidas; un arriesgado -y siempre bien remunerado-contrabandista de alcohol ilegal. Pero, con la derogación de la ley seca, el negocio decae y con este la diversión que apaciguaba a Joe. Dispuesto a no desmoronarse y tras consultarlo con varias botellas, pergeña el gran plan de su vida!!!
Para ello adquirirá un terreno frente a la autopista más transitada de su entorno, y allí construirá su gran feudo. Allí erigirá una taberna tan peculiar, que pronto se convertirá en todo un fenómeno popular. El lugar fue bautizado como 'Sociable Inn', mezcla de taberna, burdel y exótico parque de atracciones. Exótico ya que este se vio reforzado por un espectáculo, ofrecido cada sábado, en el cual Joe alimentaba varios caimanes con animales vivos: perros, gatos, algún mapache, ardillas cuando las encontraba y, algo más truculento que no era advertido por los parroquianos...
El lago de saurios de Joe hacía furor y desbancaba las habituales peleas de gallos que parecían anodinas en comparación al esplendor carnívoro ofrecido por este.
El negocio iba viento en popa, pero también se estaban construyendo los cimientos de una magnifica cámara de los horrores; un teatro de variedades que parecía haber leído los postulados del teatro de la crueldad de Antonine Artaud, pero llevados a la realidad...
Allá por la mitad de los años 30s, Joe empezó a reclutar, cada vez con más frecuencia, a camareras jóvenes que, curiosamente, desaparecían de buenas a primeras en extrañas circunstancias. Eran públicos y notorios los enredos y desencuentros con dos de ellas en concreto: Minnie Gotthardt de 22 años y Dolores "Buddy" Goodein, la cual pasaba por ser novia oficial de Joe. La cosa estalla violentamente con la aparición de una tercera: Hazel "Schatzie" Brown, también de 22 años (parece que Joe tenía fijación con esta cifra). Llegados a este punto, las cosas se encabalgan en una espiral de lúgubre perversión que convierte la historia en una de las más macabras de la crónica criminal usa: extrañas amputaciones en un brazo de Dolores, embarazos interrumpidos con violencia, más desapariciones extrañas, sospechas y denuncias por parte de los familiares de las desaparecidas, alcohol y más alcohol, objetos personales que dejan pruebas notorias y, finalmente, la intervención de la policía en el asunto. La desaparición de una enésima camarera, Julia Bell (esta era una excepción para los gustos de Joe, ya que contaba 23 años) es el detonante para su investigación .Es tal la presión policial, que se clausura el 'Social Inn'. Joe, que se las veía venir, es hallado muerto tras suicidarse con arma de fuego. Cuando la policía investiga su propiedad, aquello parece un campo de exterminio nazi cocinado con receta de casquería al estilo de Texas: se encuentran restos de carne humana en los cubos de comida de los caimanes y dos cuerpos enterrados (de mala manera) en los aledaños de la piscina de estos.
Posteriores investigaciones, estimarían el asesinato de entre 25 y 30 mujeres que fueron cometidos por Joe. Sus cadáveres, fueron destinados a la alimentación de los caimanes, en directo y con público presente, siendo asistido en estos menesteres, por un adlátere, identificado posteriormente, cuya confesión fue decisiva para la resolución del caso. El destino final de los caimanes fue el zoológico de San Antonio de Texas.
En 1977, el cineasta Tobe Hooper venía de asombrar-y conmocionar-al mundo con su' The Texas Chaisaw Massacre"'-como todo el mundo sabe- inspirada en las andanzas de otro famoso serial killer, Ed Gein. Para su segunda película, no es de extrañar que se detuviese en considerar la escabrosa biografía de Joe para intentar repetir el éxito. El film se llamará Eaten ALIVE (Trampa mortal) y, por lo que he podido comprobar, está bastante denostado dentro del fandom. Yo podría estar de acuerdo, en tanto que, me parece un apresurado borrador de su primer film; un intento desesperado de ensamblaje de técnicas y recursos dramáticos que obraron un milagro en la Masacre, pero que aquí naufragan en una patina incoherente tras ser trasvasados a una atmósfera distinta .En primer lugar, el tono elegido se decanta por una suerte de humor de cadalso que podría haber fructificado en una buena comedia negra, pero que aquí me parece que desvirtúa las posibilidades de contar una historia perturbadora; ese toque cae en mi opinión en lo paródico, arruinando la inquietud que podría haber logrado siendo más fiel a la auténtica vida de Joe.
Neville Brand, el actor elegido para encarnar a su trasunto, es presentado como un paleto oligofrénico, en clara oposición al registro astuto y psicopático de este; parece más bien un tarado homicida que logra contagiar monotonía con sus asesinatos. Nada que ver con la carencia de escrúpulos y perverso talante mercantil de Joe, detalles que, en última instancia, sobrecogen y hielan la sangre cuando se piensa en él. Por otra parte, me parece que el defecto principal del film, recae en la traslación de los escenarios naturales (tan bien resueltos en la Matanza -con toda su tétrica fuerza-) a un decorado que encorseta sus posibilidades ,provocando una teatralidad forzada por lo reducido de sus dimensiones, impidiendo así, que los hallazgos de su anterior film lleguen a reproducirse. A esto añado la reducción de los caimanes a un solo cocodrilo, el cual me parece una concesión a la creciente moda de cine animal horror '(Tiburón, Piraña etc), utilizado más como recurso comercial que como elemento clave de la sórdida historia real. Con todo, destaco algunos momentos de estupor psicótico, producido más bien por combustión espontánea: fruto del delirio estrambótico y bizarro en el cual llega a convertirse la función.
Manuel Cova Tenardd
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