Ambos sabían
que les acabarían cogiendo.
Lo que importaba realmente
era la trascendencia suicida
de un acto concreto.
Como una declaración
de intenciones
En mitad del mismo
y maldito infierno.
Elvis y Marilyn
cruzando en un Cadillac rosa el desierto.
Dejando atrás el letrero
de neón estridente
Wellcome to the fabulous Las Vegas.
Y varios coches patrulla azuzándolos
como coyotes con brillantes ojos rojos girando
en mitad de la maldita noche americana.
Tal vez Jimmy Dean y el resto de la pandilla aguarden
en alguna clase de cielo.
Elvis y Marilyn
conduciendo desafiantes
surfeando vigilia y sueño
como dos dementes
en mitad del maldito tiempo.
Tal vez deberíamos dejarlos
no llegarán muy lejos.
Elvis y Marilyn
sobre sillas de ruedas
viejos y desorientados
rodeados por batas blancas
encañonados por jeringuillas.
De existir un mañana
lo intentarán de nuevo.
Javier Vayá Albert
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