humillados en su silencio, reciban estos versos
porque gloria no tendrán. Sacerdotes
de un paraíso indiferente, luces hurtadas,
exiliados de la carne, ustedes que han saciado su sed
bebiendo su propio llanto, disculpen a la vida
y derriben, derriben el mundo con la más hermosa ternura.
Ustedes, los únicos capaces de tanta bondad.
Rolando Merayo
No hay comentarios:
Publicar un comentario