Soy una mera condenación saltando al vacío, una convulsión hecha de entrañas, un abismo transmutado, un sustantivo que ya no se sostiene sin lenguaje. Soy solo la nada que me ladra, una definición ambivalente buscando precisión, el acento de unas manos atestadas de conciencia, los extremos de una inercia que descomunal proyecta atraparme.
Él, la matriz incontestable del ser, el embrión que gesta la vida, la raíz de la que germina la posibilidad perpetua de lo intangible, el origen primero de la existencia anterior. Él, la subversión de una simetría inmortal, la omnipresencia de quien todo lo abarca, la exudación que inherente batalla y voluntaria se encierra, el renacimiento de una noche carente de luna.
Él, el verbo.
Yo, la nimiedad que camina ansiando su absoluto.
Ainhoa Martínez Retenaga, de Verbo (Bajamar Editores, 2017).
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