algún verso eneasílabo que me tomó el pulso
alguna noche cabizbaja y somnolienta
y el despertar de las fieras
que hicieron añicos los vestidos de pánico.
Mi padre conoce los vientos y las nubes y la cara del sol
pero yo no lo vi venir, siempre de sotavento,
hasta que en mis manos tuve los pomos que arden
y abren, como cicatrices que no sanarán jamás,
barrancos por dentro.
De puertos y partidas me hablaban.
Tan descreída me revelé sumisa
en los pabellones que nos regala la métrica maldita de la desidia
como ofrenda para los angustiados
como sutura para los desamados.
Me mordieron las palabras te digo
dejando reguero encarnado en mi fondo
y la sangre trajo más sangre
y llegaron más cuerpos que decapitaron mi sencilla armonía,
con sabor a oleaje y dioses neptunos,
manchaban corazones de alabastro
y abracé sus pequeñas fortunas
y abracé sus hermosas torturas.
Radiografiaban mi esquizofrenia amorosa
y rebosaban sienes calientes,
con brutalidad se amarraban a mi garganta,
prometían significados,
dibujaban brazadas en la espesura del llanto,
se desprendía el minutero en ellos.
A veces luminosos,
a veces tenebrosos,
barata desolación la que traía mi saliva sin su voz, sin su canto.
Hice un dique en la memoria para su veneno
con mis manos, con mis besos.
Como un depósito que arde eternamente
y declama vida,
veneré la sangría de versos ajenos.
Y te confieso que me encontré siempre en sus cielos acorralados
lamí la carótida cercenada del viento
y me golpeé con la torpeza del insomne al que no le cabe ya el mundo en las manos.
Desde entonces me hallas cautiva,
decadente y ritual,
sangrando un blues por los costados,
curándome y saciándome en él,
sometida al deseo incunable.
Porque el poema es el sudor de las mujeres en la emboscada.
Porque sabes que trae su foso y su propio descalabro.
(bastan unos ojos fríos para no ver)
Miss Desastres Naturales
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