domingo, 9 de diciembre de 2012

MIEDO AL MIEDO por Enrique Villagrasa.



De tanto miedo, miedo no siento,
y es que ritos al miedo
desde el inicio del mundo.

El miedo mueve el mundo.
Es la fuerza negra de mi poesía,
la que no puede travestirse,
la que junta a los débiles.

Un inmenso pánico en cada poema:
¿es eso el miedo?
¿Y tú me lo preguntas?
Miedo eres tú.
Porque entre lo que parece
y lo que está dentro
el umbral es el miedo.
¿Y el dintel?: tu terror.

Además, pensar la vida en prosa
es una manera de definir el miedo.
Es una forma de dejar pasar lo más vivo.
Tú poeta, nunca tendrás paz,
–yo no tengo paz,
–tengo miedo.
Ahí, pues, tienes el pebetero
donde arde tu pavor:
incienso de tu religión.

Volver, regresar. ¿Hay olvido
en el noviciado del miedo
o el olvido del novicio es miedo?
Ya es tarde para filosofar. Medianoche.
Pero decidme por último:
dónde ocultaré mi miedo,
porque mi miedo no es fácil de esconder.

¿Tú, ya has visto, cada noche,
cuando el sueño y su luz,
a la hora que el miedo te arropa
a esa vieja araña húmeda que está
en el ángulo oscuro del techo de la habitación?

El miedo no está marcado en mi frente.
Todo se repite y el miedo acaba
con el resplandor de la mañana.
Voy a seguir, voy a volver,
viviré sin miedo,
aunque el epitafio final no está escrito.
Un rescoldo de miedo remueve
el saber telúrico del poema.
Tus restos quedarán perdidos
en el osario de Burbáguena.
Así, pues, miedo al miedo,
en las puertas de noviembre,
en la casa del pueblo.


Enrique Villagrasa

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