Las hojas del calendario
con el viento loco van;
las horas de nuestra vida
¿qué viento las llevará?
Nuestra mano temblorosa
cada día va a arrancar
la hoja de papel, que es una
puerta de la Eternidad.
Las que arrancó nuestro anhelo
y las que aún ha de arrancar
son pedazos de la vida
que no han de volver jamás.
¡Horas de amor y gloria,
horas de la adversidad,
quién pudiera detener
el minuto que se va!
El dolor y la alegría,
después de pasados ya,
dejan el mismo sabor
de nostalgia y de ansiedad.
Las hojas del calendario,
símbolo de lo fugaz,
son el montón de hojas secas
que forman la eternidad.
¡Fecha de un amor feliz,
cifra de un amor fatal,
risa que vino a buscarnos
y lágrima que se va!
¡Áureas campanas pascuales
de nuestra felicidad;
canción del sepulturero
que se dispone a cavar!
El montón de hojitas blancas,
¿cuántos arcanos sabrá?;
es un corazón que late
de nuestra vida a compás.
Hasta que en el torbellino
terriblemente fugaz,
volemos nosotros mismos,
briznas del huracán.
Y aquel año el calendario,
casi intacto quedará,
porque las hojas que queden
nadie las arrancará.
Emilio Carrère, de Ruta emocional de Madrid (La Felguera Ediciones, 2020)
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