viernes, 11 de enero de 2019

LAS HORAS COMO BESTIAS: Gustavo Lupano.




TEENAGE KICKS

Después de tres sacramentos: Agua, pan y perdón;
encontré la salvación.
El Frente Agnóstico, los vagabundos del Dharma
y las Mentes abiertas en cassettes piratas
me ayudaron a torcer la eucaristía.
De la mañana descascarada donde crecí,
solo algunos recuerdos
como un vaso de agua turbia
en manos de un viejo con Parkinson.
Los primeros hermosos años de la niñez
pasaron entre asesinos.
Mis nodrizas de la adolescencia
punk rock, poesía y anarquismo
llegaron con la muerte de mi padre.
Así crecido, como los ríos tras los deshielos,
entumecido para el amor
siempre apurado y arrasador.
Ojos marrones como el montón
ladrido eterno de trovador.
Obra mestiza,
un poco beat y un poco fuego.
Ya no hay jardines.
Ya no está el niño que contaba los retoños
y no hay fanzines.
Ya no está el joven que escribía a máquina
y se perdía entre collages.
Ya no quedan baldíos donde jugar,
todo ha sido urbanizado.
La barda herida por carreteras,
apenas unos senderos curados de espanto.
El amor y sus crías en extinción,
la huella borrosa de ese encanto.
Las canciones y las cenizas de los días de luz,
un polvillo en la memoria.


A PROPÓSITO DE MI PRIMER LIBRO DE POESÍA

Un poema es un auto incendiado
dentro de la chatarrería de la cabeza.
Piezas por piezas amontonadas
esperando el desguace y la venta de las partes
para reconstruir la mecánica de la vida.
Un poemario es un desarmadero extenso,
una chacarita de los días y las noches
lleno de esqueletos, cacharros y desastrados.
Algunos fueron amores
otros miedos, angustias y sueños.
Todos oxidados, cortantes, casi inservibles,
irreconocibles por el paso del tiempo.
La tristeza, sin embargo, sigue ahí reluciendo
bajo un sol más roto que los dos.
Resplandeciendo como los huesos en el desierto.
Como el oro en la piedra que nunca va a desprenderse.


Gustavo Lupano, de Las horas como bestias (Rangún Editorial, 2018).

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