lunes, 9 de abril de 2018

1 POEMA de GEMA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ




Mira,
esa es la casa azul
de mis abuelos,
eso es una extorsión de
atardeceres,
esa es la sombra gris
de una paloma coja
empachada de viento
y de sol asfaltado,
eso es una quimera
con restos de pan duro
morando entre los dientes
de un mendigo,
una alfombra de flores
de cerezo
haciéndome cosquillas
en la nuca.

Dime, ¿me reconoces?

Esto es un compromiso
con las plantas marchitas
del jardín,
es la resurrección de un paisaje
febril y desvaído,
el espíritu lírico de un
carrete velado,
la imagen abortada
de un instante perfecto,
un sueño colindante
con todo lo que amábamos
cuando aún el "nosotros"
era un desconocido
con tendencia a la huida.
Esta es la dulce lógica
del absurdo
y la risa mordiéndose
las uñas,
es otro ensayo sobre
la timidez,
otro repositorio de anhelos,
otra urdimbre ignorada.

Y bien, ¿te reconoces?

Intento mantenerlo todo
a la distancia justa.
De verdad que lo intento...

Tus calles de ceniza, mis paneles de hielo,
Tus brazos aeropuerto, mis ojos aduana,
tus dos ruedas gastadas, mis lápices sin punta,
tus manos en mi piel, mi piélago en tus manos,
el devenir en llamas, la llamada perdida
del futuro,
mis tristes barricadas, tus alegres trincheras, esta forma imprecisa de calcular a tientas
cuánta distancia cabe entre dos labios.

Mira, observa atentamente.

Esto es una declaración de independencia,
la determinación de una fuga pactada,
un "pasamos de ti,
ahí te quedas mundo,
por mucho que te empeñes
en dañarnos
esta guerra jamás ha sido
nuestra ".
Esto es un calcetín desparejado,
esto es un mes de enero en primavera,
es un acordeón desabrochado
en medio de la plaza châtelet

Esto, todo esto
es una margarita sin cadenas
sudando rebeldía en los jarrones.

Dime ¿podremos evitar
que alguien nos reconozca?
Hay una parte nuestra
en todas partes,
inevitablemente,
en todas...
libre.

Quién sabe cuánto tiempo
tendremos de ventaja
antes que se den cuenta
y nos detengan.


Gema Fernández Martínez


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