en el colegio de monjas
aquella hermana abyecta
bígama de Dios y Franco
afirmaba
que escribir con la izquierda
era obra del diablo
para erradicarlo
golpeaba las puntas de mis dedos
con una rígida regla de plástico
era su forma siniestra
de impartir bondad
en la tierra
consiguió volverme diestro
sin sospechar quizá
que cada relámpago de dolor
en mis diminutas manos
no eran más que semillas
para convertirme de por vida
en zurdo
Javier Vayá Albert, del blog Actos Invisibles.
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