LOL
Llevas
dos semanas de quimio en el cuerpo
y
tu pelo empieza a rendirse a los venenos.
Decides
raparte. Al uno y medio,
y
aguantar así un poco más, porque es verano,
y
dan calor los pañuelos. De modo que saco
la
máquina
y
la pongo en marcha: caen los mechones
castaños
al suelo como hojas,
no
hablamos de nada hasta que ataco
la
zona de la nuca, de detrás de las orejas,
donde
tienes las cosquillas, y es tan raro
oírte
reír, a carcajadas, decirme espera,
no
puedo más, de las cosquillas, y otra vez,
y
otras carcajadas, un poco demasiado
enfáticas,
un poco más largas de lo común,
de
las que tan bien conozco, casi iguales,
pero
no: carcajadas fingidas, entonces,
casi
calcadas, sin embargo. Pienso
en
toda esa risa de piedra, en que querías
clavarte
a las cosquillas que te hacía
la
máquina en la nuca, estar ahí,
dejar
de deslizarte hacia adelante. Oh, cariño,
cómo
desearía concedértelo. Y también pienso
que
nunca te he querido más adentro, y que me guardo
la
gélida belleza de esa tarde, de tu pelo por el suelo,
de
tus risas proyectiles contra las ruedas del Tiempo.
ALÉJATE DE LOS CAMINOS
Aléjate
de los caminos, evita las canciones,
viaja
de noche y ocúltate de día,
no
sigas mis consejos ni de nadie
y
sobre todo deshazte de la visa
y
cuando llegues (porque tú llegarás)
al
país de los fugados y felices
acuérdate
de nosotros, pero no
nos
envíes postales. Nada de postales.
Preferimos
la paz, e imaginarte.
SIESTA
Duerme
el enemigo:
en
su casa
y
en lo más profundo
de
tu corazón.
1
DE MAYO
El
uno de mayo era sábado,
brillaba
el sol. Me encontré
con
un poco de atasco en la autovía
en
marcha hacia la playa. Fumé.
Me
fui de aperitivo, de paella,
me
tomé dos gintonics mirando el mar,
después
hice la siesta hasta las siete;
y
entonces paseo, cena, los pubs
de
los ingleses, una rubia borracha
me
aceptó una invitación para después franquearme
las
muy doradas puertas de su coño. Y yo
fumando
en calzoncillos a las seis de la mañana,
acodado
en el balcón mientras salía
un
sol resplandeciente tras la línea del agua,
bebido
y triunfador, los dedos húmedos
de
sexo aún, y vi a mi lado
a
mi jefe. Y bien, Cenicienta,
me
dijo. Quedamos que a las doce
y
es la hora de los churros. Se te descontará
reglamentariamente
de tus vacaciones.
Y
ahora vístete y sal de mi casa,
pero
a Samantha déjala, no la despiertes.
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